“Pero ahí no quedó. Hace dos semanas jugamos con el último clasificado que no había ganado ningún partido. Al llegar al descanso ganábamos por seis cero.
Cuando llegamos al vestuario fuimos a beber agua y, de nuevo, el entrenador repitió lo mismo que había hecho en aquel partido; no nos dejó beber agua. Alegaba que habíamos estado mal y que no nos lo merecíamos, que cuando hiciésemos las cosas bien ya beberíamos agua. Volvió a repetirse la misma acción que en el partido contra el líder.”
“Siempre que en un partido nos está saliendo mal nos hace lo del agua. ¿Acaso no tiene bastante con echarnos un alegato que lo oyen en todo el campo sino tiene que quitarnos el agua? ¿Si no me dan agua significa que lo voy a seguir haciendo mal? Lo podré hacer muy mal pero lo único que quiero es que me dejen beber agua, que tengo mucha sed”
A los niños nunca se les debe prohibir que beban agua, hagan como lo hagan, sea el resultado que sea. ¿Saben lo malo? Que muchos entrenadores tienen esto como práctica habitual y creen que así están haciendo un bien para ellos. ¿Les gustaría a los entrenadores que les quitarán el derecho a beber agua cuando simplemente salen a correr o hacer algún ejercicio físico?
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