Regresé al cuarto siendo consciente que ya no iba a llegar a tiempo, con lo que me desvestí y me volvía meter en la cama a ver la tele. Mis padres vinieron sobre las diez al cuarto a reñirme porque no les había dejado dormir y a decirme que si los partidos fueran más tarde no hubiese pasado eso. ¡Encima que no se habían levantado ellos la riña me la había llevado yo! Llegó el primer día de entrenamiento y al preguntarle a mis compañeros por el partido me dijeron que no pudieron jugarlo porque habían faltado cuatro niños más y no tenían para completar los siete jugadores.
Es decir, por querer dormir algunos padres, incluidos los míos, habían hecho que el partido que teníamos que haber jugado no se pudiese disputar. Y yo digo, ¿Por qué mis compañeros, el equipo rival y yo nos tuvimos que quedar sin jugar porque habían algunos padres que querían seguir durmiendo, cuando todos estábamos con el chándal esperándoles en la puerta?”
Seamos conscientes de que cuando nuestros hijos están en un deporte, llámese futbol, baloncesto, voleibol, etc., los partidos de base son temprano. Lo que no se puede es mantener al niño entrenando la semana y luego no llevarlo al partido por nosotros querer dormir un ratito más. Después, seremos los primeros en quejarnos de que el dinero que pagamos es excesivo o de que el niño juega pocos minutos. Tenemos que empezar por ser justos nosotros mismos con nuestros hijos. Ya habéis visto como el “querer dormir” arruina la ilusión de cerca de 20 niños que querían ir a un campo de fútbol a pasarlo bien y divertirse. ¿Tener esa actitud es querer lo mejor para el niño?
| Ayoze David Rodriguez |