Recibo un comentario desde Canarias destacando un interesante artículo publicado en la prensa local y cuyo autor es Ayoze David Rodríguez Hernández. Creo que merece la pena publicarlo aquí aunque curiosamente sigue existiendo un grupo de personas que se molesta por este tipo de escritos, pero esto no debiera afectar a quienes actúan como deben, aunque si necesita llegar de alguna manera este tipo de llamadas a oidos sordos y voces malsonantes, a maltratadores psicológicos de los de su propia sangre en muchos casos, es así aunque suene fuerte. Los problemas aumentan de manera alarmante en todos los puntos de nuestra geografía, la epidemia avanza y la vacuna no aparece por ninguna parte. Las víctimas son niños... señores -y señoras-. “Soy un niño que juega en un equipo de base y hoy he decidido abrir mi diario para empezar a escribir lo que vivo cada semana con mi equipo de fútbol con el fin de poder verlo cuando sea mayor y, poder decir, si de verdad merecía esto. La semana pasado hemos ganado 6 – 1 después de mucho tiempo sin ganar y, aunque parezca raro, prefiero haber perdido. Ya durante la semana, durante el entrenamiento, el entrenador y el delegado nos decían constantemente que el partido del domingo era el nuestro, que íbamos a ganarAl final de cada entreno los dos nos reunían en semicírculo para escucharla las indicaciones que nos hacían sobre lo que habíamos hecho y alguna cosa sobre el partido venidero. Esa semana a mí y a mis compañeros se nos hizo eterna, era tanto lo que nos habían dicho que íbamos a ganar asegurando que sería por paliza, que después de tantas semanas sin ganar estábamos ansiosos de que llegara el partido. Pero las indicaciones no habían acabado una vez finalizado la práctica deportiva, me costó un calvario llegar a casa. Al salir de la caseta, estaban algunos padres y aficionados entre el camino que me separa de la caseta a la puerta de salida.A medida que iba pasando, los comentarios que me hacían eran diferentes pero todos con el mismo mensaje: ¡esta semana vais a arrasar! ¿Por cuántos goles ganaréis? ¿Cuántos vas a marcar? Cuando ya llegaba a la puerta y pensaba que ya por fin iba a dejar a todo el mundo me viene un directivo interesándose por mí, pero acabando con los mismos mensajes que había escuchado anteriormente. Después de todo esto POR FIN llego a casa. Al llegar mis padres me preguntan cómo me había ido, a lo que yo les conté todo lo comentado anteriormente. Su respuesta fue aún peor que las que había oído anteriormente ¡Es que si no ganáis el domingo no ganaréis nunca! Ese fue el primer día de entrenamiento de la semana, ya en el segundo el discurso cambió. Lo que antes nos decían los entrenadores de una victoria segura, ahora era el mismo discurso utilizado por mis padres el día anterior. Al final del entreno hablamos unos cuantos compañeros y lo que comentábamos era que teníamos que ganar porque si perdíamos ¿Qué nos pasaría? Realmente teníamos miedo a perder después de todo lo que nos habían dicho.Llegó el domingo y el tan ansiado partido. Llegamos a la caseta y antes del partido se suceden los mismos comentarios. Iniciamos el partido con ese miedo a perder y para más inri, empezamos perdiendo 0 a 1. Los pocos comentarios que atino a oír desde el campo son: ¡Pero muchacho! ¿Se quedaron durmiendo? ¡Jugad al fútbol cojones! ¿Pero el equipo rival no es el último? ¿Por qué van perdiendo? Ahora desde el banquillo se nos mandan mensajes de ánimo y de que lo estamos haciendo bien: ¡Vamos chicos que lo estáis haciendo bien! … Termina el partido y ganamos 6 – 1. Los comentarios al pasar por la grada, de aficionados y directivos, ya son de: ¡casi no perdéis! ¡Muchacho! ¿Qué les pasó? Si a este equipo teníais que meterle veinte. Al llegar a casa no hago sino pensar en el partido y de qué forma había pasado la semana, lo que tenía que haber un partido para disfrutar tranquilamente de que teníamos la posibilidad de dejar atrás nuestra racha de derrotas se ha convertido en un calvario de nervios que nadie de mi entorno me ha sabido enseñar a canalizar.Para lo que tuve que pasar, prefiero seguir perdiendo que por lo menos los únicos comentarios que escuchas son: ¿Esta semana por cuánto perdemos? Este domingo jugamos contra el líder y ya estoy empezando a oír comentarios: como ganamos tan fácil la semana pasada al líder le vamos ganar. Es aquí cuando te voy a confesar un secreto diario mío… entre tú y yo, este domingo voy a fingir una enfermedad y a los entrenos no voy a ir porque me inventaré que tengo que estudiar. Me quitaré la posibilidad de no jugar la semana siguiente por arresto, pero encerrado en casa disfrutaré, cosa que no puedo hacer últimamente en el fútbol con mi equipo. Diario ¿Merezco yo esto? Yo solo quiero jugar y divertirme”¿Qué será de ese niño cuando llegue a cadetes o juveniles? No metamos presión a los niños desde el entorno. Dejemos que el niño juegue y lo haga como quiera y el entrenador que intente ayudar a canalizar a los niños esa presión venida desde fuera, no a crear más.