Hoy he tenido que ir al médico para hacer unas recetas. Tengo una enfermedad que me han diagnosticado como crónica, aunque sé que mucha gente no la entendería. De hecho, no suelo decir que la tengo por ese motivo, porque la mayoría de la gente no la consideraría como una enfermedad, pero el caso es que yo llevo tomando medicación desde hace tantos años que ni me acuerdo. He intentado dejar de tomarla, por supuesto asesorada por mi médico, en numerosas ocasiones y cada vez que lo he hecho ha sido mucho peor y se ha producido un agravamiento que me ha hecho volver a tomarla. Mientras la tomo me encuentro más o menos bien y puedo vivir sin estar hundida en un pozo del que me veo incapaz de salir. En la clínica solo había tres personas y y los médicos estaban bien protegidos por los EPIS. Pertenezco a MUFACE y por tanto mi seguro es privado. Desconozco si en los ambulatorios de la Seguridad Social irán tan protegidos o habrá tan poca gente esperando. Hablando de pozos, anoche vi con mi hijo una película que se llama “El hoyo”. Nos gustó mucho a los dos porque da para reflexionar bastante sobre lo que la película nos muestra en realidad, aunque depende de la interpretación que cada uno le de. Es una película extraña, con unas imágenes durísimas que a mí me hicieron casi cerrar los ojos en algún momento, pero creo que merece la pena ver, siempre que no seas demasiado sensible. La película es española y se puede ver en Netflix. Trata de una cárcel extraña donde los reclusos de las plantas más bajas tienen que comer las sobras que les dejan los de la plantas de arriba y cada mes, aleatoriamente, están en una planta diferente. Solo hay dos reclusos por planta y cada uno tiene un objeto diferente, el que haya querido llevarse antes de entrar en prisión.
Y hablando de prisiones, ayer falleció el primer funcionario de prisiones por el coronavirus. Se llamaba Ismael y trabajaba en la prisión de Foncalent (Alicante). Puede que en algún momento de mi vida profesional me haya cruzado con él en algún momento. Mi recuerdo para ti, compañero