Acabo de salir a la ventana a aplaudir junto con mis vecinos como cada día a las ocho. Me pregunto si seguiremos saliendo todos a medida que van pasando los días.¿Seguiremos igual de animados todos? Esto mismo me pregunto a mí misma sobre la escritura en el blog todos los días ¿conseguiré mi propósito? Empecé muy entusiasmada, pero ahora mismo ya no sé si podré mantenerlo. Hoy me ha dicho mi hijo que al padre de un amigo, con el que va (iba) todos los días a la universidad lo han ingresado en el hospital muy grave. Parece ser que ya llevaba unos cuantos días mal, pero le habían dicho que aguantara en casa todo lo que pudiera y no le habían hecho las pruebas. Finalmente, en la madrugada de ayer lo tuvieron que ingresar porque no podía respirar. Dice mi hijo que tiene mi edad, más o menos. Yo tengo 55. Mientras escuchas las cifras de muertos en la televisión, te sobrecoges, te parece irreal, triste, imposible, lejano, pero cuando las personas graves son de tu entorno o conocidas te asusta un poco más, la realidad está más cerca, no solo en la televisión y entonces ves el alcance real, porque está en tu ciudad, porque es el padre del amigo de tu hijo, con el que estaba haciendo un trabajo muy importante, pero que hoy no ha tenido ánimos para continuar, porque se han llevado a su padre y no sabe si volverá a verlo.
No puedo ni imaginarme la cantidad de dramas personales que esta pandemia está provocando.