LA POETRÍA CONTRA EL IMPERIO
TURISTA EN LA METRÓPOLIS
a Beatriz Martínez Caballero
I
Primero de Mayo en Lisboa.
Al salir de mi hotel barato
sigo una carrera popular.
Saludo con el puño en alto
el fresco colorido del día
y el azul del mar que presiento.
Señalo
a mi hija de siete años
al corredor que luce en su dorsal
su número de primaveras. Vamos
contentos adonde quiera el destino.
En un mercadillo compramos
una barra de pan y nos invitan
a marisco. Tocan unos gitanos
en su guitarra canciones de España
para nosotros. En un café del Chiado
(esto, antes del último incendio)
dos viejos nos recomiendan un plato;
comemos por unos escudos. Poco
cuesta ser feliz y les invitamos
a vino y sardinas. Nos creen turistas
y somos sus camaradas y hermanos.
II
(Veinte años después)
Enfrente, los brazos dolidos
del prójimo de traje gris.
La nube del presente se ha parado
en un punto sin sombra: duele ver
entre las hojas de los calendarios
esta fecha única, inmóvil,
tan carente de compañía
de millones de islas de tiempo
pasado o futuro. Y una fecha así
es la letra del año.
Esta fecha es una calzada lenta
que graba con su no transcurso
(pese a que nos desplacemos deprisa
por ella, encima de ella, a su costado)
una dura verdad en nuestro rostro.
La historia no solo la escriben,
la secuencian, la hegemonizan,
la disuelven los poderosos.
Enfrente, siempre ha estado el otro,
el paria, el explotado, la víctima.
Despacio va un tranvía por las calles
en cuesta.
De pie, mira
al suelo un hombre gris,
aplastado por la ola de viajeros.
Despacio va el tranvía
en las calles estrechas:
Baja, sube como el brazo de ese hombre
sin espacio donde extenderse libre
de la presión de rieles,
cables, hombros, espaldas y cabezas.
Sube, baja, y toma ya, al trote,
el barrio bajo céntrico y se pierde
en las grandes avenidas urbanas.
De pie, mira hacia el suelo el hombre
en las avenidas metropolitanas.
¿No aprecia usted las vistas
de hermosos edificios
de Hoteles y Corporaciones
y Bancos nacionales?
Ahora se apea y sigue
caminando la acera el hombre
que se parece a Fernando Pessoa.
1 de Mayo, 2012
ESPAÑA QUE ALBOREA
Se marchó con su canción
al umbral de un reino silencioso.
Fue el huésped ardiente del invierno.
Dejaba aquí a su espalda el trabajo
de encender, cada día, el hogar
con rabia al mañana vacío.
Nos enseñó lo que pueden hacer
juntas la rabia y la indignación;
a convertir el llanto en belleza.
El maestro luchó por una España
clara, donde el cielo fuera amigo.
Por sacarle a su tierra la espina
que durante siglos le dejaron
clavada; no renunció él nunca
a soñar un futuro mejor.
Hoy que enmudecen su estatua
los hielos del imperio, he querido,
humildemente, leer junto a ti
los versos de Antonio Machado
para infundirte ánimo y fe
en estos tiempos difíciles.
Si alguna vez la poesía
llevó un aliento de esperanza
a alguien, si a una sola mano
ayudó a levantarse, hoy más
que nunca le pido al dios menor
de los poetas que sea generoso
contigo, joven amiga.
30 de Abril 2012
Fulgencio Martínez