Si, si lo cómodo ya sabemos que es meterse con el Gobierno por la gestión que está haciendo de todo esto. También soy de los que piensa que quizá si se hubiese hecho esto, o quizá si se hubiese previsto lo otro… Pero la verdad es que cuando me viene a la cabeza la que debe estar pasando nuestro ejecutivo con toda la que se le ha caído encima se me ocurre que no me gustaría estar en su pellejo. Ni un poquito.
No debe ser nada agradable para un ser humano ver como los que se supone que gobiernas no solo no mejoran con tus medidas sino que encima las cifras de muertes crecen y crecen por momentos en mitad de una tragedia humana sólo equiparable a una guerra, con personas que no pueden siquiera morir rodeado de los suyos o que estos puedan llorar su perdida como estamos acostumbrados los mediterraneos. Hablamos de muertes, no de despidos o de subvenciones, hablamos de vidas humanas como la tuya o como la mía que se quedan en ese rincón del corazón (que seguro que tendrán, aunque sea de piedra) en el que permanece lo que pasa al terreno del “si hubiese hecho esto igual se hubiesen salvado”. Se ha de ser muy psicópata para no salir dañado de todo esto y que no te asalten los fantasmas cada noche cuando apagas la luz. Lo sé.
Pero lo que también se ha de tener en cuenta es como es este mundillo de la política donde todos están a la que cae para sacar rédito y donde lo que ocurra no importa si sirve para acercarte un poco al objetivo. Hay muchos, demasiados rostros sonrientes que lo único que aspiran es a aquello del “quítate tú para pornerme yo”. Y más todavía en este país que ya tenía calado el mismo Bismarck cuando dijo aquello de que somos la nación más poderosa del mundo porque llevamos siglos intentando autodestruirnos sin conseguirlo. Y seguro que razón no le faltaba.
Estamos ahora mismo en una situación en la que todos intentamos salvar la vida, literalmente. En la que las bajas y las muertes ya se pueden equiparar a las de cualquier campaña de esas de cuando la guerra consistía en pegarse tiros hasta que no quedase ninguno en pie (y aquí sabemos un rato largo de ello). A pesar de eso, resulta repugnante ver como continuamos enzarzados en las típicas rencillas entre partidos políticos. Parece que todavía no se haya dado cuenta nadie que al paso que vamos no sólo no se solucionará nada sino que las cifras de muertes que lamentar seguirá creciendo. ¿Cuándo se van a dar cuenta de que existe tiempo para todo? ¿Cuándo llegará la decencia y la inteligencia a nuestra clase política? Eso será en el momento en el que se den cuenta de que no es tiempo de reproches, de que ahora toca remar unidos en una dirección, sin fisuras y hasta que esto acabe. Llegarán los días de los reproches y de la evaluación. Será entonces cuando todos hagamos reflexión de nuestras actitudes, pero eso llegará cuando no andemos muriendo por los hospitales y residencias donde nuestros héroes se juegan la vida para intentar salvar las nuestras.