Siglos antes, el profeta Jeremías había sido testigo de la invasión de Jerusalén a manos de Nabucodonosor, y escribió sus observaciones en su «diario»: el libro de Lamentaciones. A pesar de los momentos desesperantes, el profeta encontró esperanza en el corazón de Dios: «Por la misericordia del Señor no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad» (3:22-23).
En diversas ocasiones, podemos experimentar o ser testigos de tragedias que parecen fuerzas hostiles que atacan nuestra vida. Pero esos momentos difíciles no duran para siempre. Como sucedió con Jeremías, nuestra mayor esperanza sustentadora es reflexionar en la fidelidad y la provisión de nuestro Padre celestial. ¡Las misericordias del Señor son nuevas cada mañana, y su fidelidad es grande!
La mejor razón para la esperanza es la fidelidad de Dios.
(Nuestro Pan Diario)