Días de berrea en el monte cantábrico

Por Davidalvarez
Después de más de un mes, en el monte ya apenas se escucha el sonido de la berrea. A principios del  mes de septiembre, puntuales a su cita, los machos de ciervo han salido del bosque para llenar la cordillera cantábrica con sus característicos bramidos roncos y guturales. Las últimas lluvias de agosto son el detonante para el inicio del celo y por eso, en los últimos años, las prologadas sequías y la escasez de lluvia han influido en gran medida a que los celos hayan sido más cortos y atípicos de lo normal.
Macho de ciervo en un brezal cantábrico
Esta temporada, al contrario que las anteriores, las primeras lluvias de septiembre han sido abundantes durante unos cuantos días, lo que ha servido para pudiéramos asistir a unos días de berrea muy intensos en los montes cantábricos. 
Berrea en una dehesa de los montes de Toledo
La mayoría de las imágenes que tenemos en la retina sobre la berrea del ciervo están asociadas a las dehesas del centro y el sur de la Península ibérica. Entre alcornoques y encinas, grandes grupos de animales se reúnen sobre la tierra polvorienta en un maremagnum de machos y hembras de todas las edades. En estas zonas, el celo suele coincidir con la época de menor disponibilidad de alimento, por lo que las hembras acudirán a los lugares donde aún se conserven restos de pastos. Será allí donde vayan los machos, que trataran de apropiarse de la mayor superficie posible, a poder ser la que mejor alimento tenga y por lo tanto concentre el mayor número de hembras.
En no pocas ocasiones, estos grandes rebaños se amontonan en fincas cinegéticas donde son alimentados con pienso como una especie doméstica más. Esto hace que la densidad de ciervos en estos lugares sea muy superior a la capacidad de carga que podría soportar en condiciones normales. Los grandes machos tratarán de reunir el mayor número de hembras posible, pero esa gran concentración de comida y de animales en un lugar reducido hace que sea una tarea muy difícil, ya que mientras juntan a unas, otras se escapan, lo que es aprovechado por los jóvenes varetos  que deambulan buscando una oportunidad para aparearse. 

En los montes cantábricos es raro encontrar grandes harenes y suele ser más frecuente ver machos dispersos en determinadas zonas acompañados de dos o tres hembras. La orografía, la mayor oferta de alimento disponible en una mayor superficie y una densidad de animales más baja que en el sur, hace que reunir y conservar un número mayor de hembras sea una tarea demasiado ardua y complicada.

Al amanecer y al atardecer, los machos que durante las horas centrales del día habían permanecido en el interior del bosque, salen a los claros y ocupan unas zonas determinadas del monte. Estos pequeños territorios son marcados con orina y con la secreción de una glándula que se sitúa delante del ojo, para lo que frotan esta zona contra los brezos y las ramas, señalando de esta forma a otros machos que ese territorio ya está ocupado.
Los bramidos característicos de los ciervos, aunque pueden servir como estímulo sexual para las hembras, han evolucionado por selección natural como señal de fuerza frente a otros machos. Algunos autores han relacionado la tasa de berridos por unidad de tiempo de un macho con su capacidad de ganar en una pelea (Clutton-Brock & Albon, 1979), lo que permitiría evitar las continuas peleas, ya que los machos que sean manifiestamente más débiles evitarán los enfrentamientos solo con escuchar el repertorio vocal de machos más fuertes. 
Las hembras acuden a las zonas de berrea cuando aún no están en celo, y los machos tratarán de mantenerlas a su lado hasta que lleguen los días fértiles y puedan copular con ellas. Durante esos días, los machos olfatean continuamente con la intención de detectar la presencia de hormonas sexuales. Solo cuando la hembra esté en celo, se producirán las cópulas.
En el siguiente vídeo podéis ver un resumen de un día de berrea en un monte cantábrico donde se reunieron mas de 10 machos, algunos de gran tamaño. Afortunadamente para ellos, para llegar al sitio donde los vimos tuvimos que caminar un par de horas con un fuerte desnivel, lo que sin duda los mantuvo a salvo de los cazadores, al menos por ahora.

Una vez terminada la berrea, los machos, que durante todo ese tiempo apenas se habrán alimentado y que llegan a perder más del 20% de su peso corporal, se retirarán de nuevo al interior del bosque, donde desaparecerán como fantasmas. Tendrá que pasar un año para que los bramidos de la berrea vuelvan a llenar los montes cantábricos.
Gracias a Héctor, Ana y Tino por acompañarme ese día y por disfrutar juntos de ese magnífico día de berrea.
Referencias

- Clutton-Brock, TH & Albon SD(1979). The roaring of red deer and the evolution of honest advertisement. Behaviour, 69: 145-170.

NOTA: Haced clic en las fotos para verlas a mayor tamaño. Para ver el vídeo a pantalla grande, haced clic en la V de la barra inferior.