Días de ira. Contra los falsos mitos evolucionistas

Por Angryomelette

Tortilla de con ajo-aceite y vinagreta
Fotografía: AO


¡Tortilleros del mundo! En estos aciagos días, hemos de exigir en una sola y altiva voz la reparación de las muchas ofensas que durante estas santas fechas se han cebado con maliciosa insistencia sobre la receta de nuestros amores y de nuestros placeres; del plato por el que nos desvivimos y por el que no dudaríamos en ofrecer nuestra última gota de sangre. En primer lugar, un reciente artículo de agencia ha encontrado demasiado eco en muchos de nuestros medios nacionales. Como comprobaremos posteriormente, hasta en dos ocasiones la redactora ha decidido tomar en falso el sacro nombre de la tortilla de patatas. Para más “inri”, en una reciente aventura tortillera me vi insultado en lo más profundo de mi ser cuando la tabernera decidió castigar mi vista, mi gusto y hasta mi olfato con un deleznable ejemplar tortillero. Aciago día que ha quedado grabado en mi mente a sangre y fuego de la ignominia gastronómica convertida en pecado capital. ¿Estamos, quizás, ante el ocaso de nuestro genio civilizatorio?No pretendamos creernos modernos. Cuando afrontamos con decisión la visión infinita de los

Las salsas sobraban
Fotografía: AO

multiversos y hemos convertido lo vintage en actualidad, todavía nuestro cerebro es incapaz de abandonar los paradigmas evolucionistas. Lo mejor necesariamente se asimila con lo nuevo mientras que lo antiguo queda denostado y se abandona sin, ni siquiera, ofrecer posibilidad de un triste reciclaje.
El pasado día uno de abril de dos mil trece numerosos diarios españoles publicaban una nota bajo el malintencionado titular de, y citamos textualmente, “El paladar evoluciona de la tortilla de patatas al exotismo”. Sé que en estos momentos mis fieles lectores, fanáticos tortilleros, se estarán revolviendo en sus asientos mientras la indignación se apodera de ellos. ¿No es bien cierto que los redactores de ese titular pretenden establecer una simple y burda escala evolutiva? ¿No es verdad que en esa infantil progresión pretenden situar en su base más anodina a la tortilla de patatas? ¡Cuánto daño ha hecho Darwin en las mentes mono – neuronales que deciden las líneas de pensamiento y las corrientes de opinión! Según las estimaciones de los loables periodistas, la tortilla de patatas se encontraría evolutivamente decidiendo si debe bajar del árbol y aventurarse en la peligrosa sabana. Han tratado de vejar a la tortilla de patatas mediante su inclusión en esos espacios estancos que suele dominar cualquier modelo evolutivo. Y parecen haber olvidado que la tortilla de patatas se encuentra por encima del bien y del mal, es superior a cualquier proceso evolutivo ya que su presencia trasciende dimensiones temporales y espaciales.Pero esto no es todo. Una de las fuentes citadas establece una equivocada analogía por la que tratar de reducir la gastronomía japonesa al pescado crudo sería lo mismo que resumir la española en una tortilla de patatas. Cierto es que la intención última es alabar las bondades de lo japonés en la cocina, algo que no ponemos en duda, mediante la inclusión de la tortilla de patatas en una desafortunada comparación. Maldita sea la tendencia moderna que intenta ennoblecer lo propio mediante la denostación del otro. De hecho, el principal y casi único motivo de orgullo de la cocina española debería ser la tortilla de patatas.

Más pan que tortilla
Fotografía: AO


Por eso me hierve la sangre cuando determinados locales, con pretendidos aires de modernidad y de gestión funcional y efectiva, disfrazados de franquicias que toman como bandera falsos motivos, pretenden engañar a su clientela mediante una tortilla de patatas falsa e insípida; no creo que la hoja de ruta de estos locales franquiciados incluya la elaboración industrial, pre – fabricada y deshumanizada de una tortilla. Y que consientan en disfrazar el artificio y el engaño mediante salsas invasoras como las estúpidas vinagretas y los falsos ajo – aceites. No es tanto el daño contra la tortilla como que los estrategas de semejantes infamias consideren que somos estúpidos clientes cegados por los oropeles de la decoración culinaria. No nos vamos a conformar con un siguiente paso evolutivo tortillero que consista en incluir en el plato salsas y más salsas de colores variopintos y embaucadores. ¡Cuántas veces hemos repetido hasta la saciedad que la tortilla de patatas nunca debe ser engañada con ninguna salsa que trate de disimular la felonía de una mala elaboración! ¡Tortilleros del mundo! Desde este púlpito repito aquella veraz advertencia: huid de las salsas y los falsos artificios. La tortilla de patatas sólo debe ser eso, tortilla de patatas. Desconfiad de todo lo demás y condenadlo al fuego eterno del olvido y, sobre todo… cambiad de bar. He dicho.