Cualquier sonido queda disuelto, atrapado, silenciado.
Las ramas de los árboles soportan delicadas cargas. Sólo algún chasquido da a entender que se trata de un peso añadido, y tensión y elasticidad echan su pulso constante hasta que la resistencia decida por sí misma.
La nieve siempre es inspiradora. Su mera visión lo es. También caminar sobre ella, bajo ella; patearla, cogerla, compactarla y moldearla, lanzarla. Una nevada suave, levemente acunada por el viento, nos regala imágenes sosegadas y reparadoras. Conlleva la despreocupación de las cosas que se caen y uno sabe que no se van a romper.