Por Arleen Rodríguez, Alejandro Azcuy
Hubo 35 grados a la sombra en las vísperas del cambio de gobierno en Argentina y el calor podría escalar a 37 al mediodía de este martes 10 de diciembre, cuando asume el gobierno Alberto Fernández, quien fuera jefe de gabinete de Néstor Kirchner y Cristina, expresidenta y viuda de Néstor. Como si no quisiera perderse la fiesta por el cambio de color político que devuelve las esperanzas al país, el calor ha llegado para marcar las fechas. Algunos hablan de récord para diciembre.
Pero nada se siente por encima de la euforia por el nuevo comienzo de una batalla antigua. El Frente de todos se dispone a revertir la situación en que ha quedado el país. Otra vez, como en 2003, cuando Kirchner tomó el poder en medio de la más profunda crisis, la esperanza vuelve a instalarse en Argentina. Y es la palabra que más se repite.
“En el aire se respira la alegría”, ha reconocido el Presidente cubano Miguel Diaz Canel Bermúdez, al hablar ante casi mil personas, la mayoría muy jóvenes, en un acto de solidaridad con Cuba que repletó el Aula Magna de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires y elevó las emociones por encima incluso de las temperaturas.
La llegada de una amplia delegación cubana al traspaso presidencial ha sido acogida con extraordinaria simpatía por los numerosos amigos de la solidaridad y por empresarios, intelectuales y artistas con los que se encontró el Presidente cubano desde horas muy tempranas de la mañana en otro día sin descanso, típico de su estilo de trabajo dentro y fuera del país.
“Cuando un Presidente cubano viene a una toma de posesión en Argentina, algo muy profundo está pasando, algo histórico” había dicho José Schulman, presidente de la Liga por los Derechos del hombre, en el encuentro de Díaz-Canel con prestigiosos intelectuales y artistas del país anfitrión, el segundo después de su intercambio con más de 50 empresarios.
Schulman recordó la presencia de Osvaldo Dorticós en la asunción de Cámpora en 1973, cuando se reiniciaron las relaciones bilaterales; la participación de Fidel en la toma de posesión de Kirchner en 2003, iniciando el período de los gobiernos progresistas en América Latina y el principio de la derrota del ALCA y, considerando esos antecedentes siente como muy buena señal la asistencia de Diaz Canel a la juramentación de Alberto y Cristina.
Quizás haya tiempo y espacio para dar más detalles de la intensidad de este día y sus múltiples señales y avisos sobre los raros tiempos que vive América Latina y si son revolucionarios o reaccionarios los movimientos que hoy estremecen a la región como preguntaba Díaz-Canel a los intelectuales, ganando por lo menos una decena de respuestas inteligentes, sabías y útiles, junto a varias propuestas de colaboración en los ámbitos político-sociales y espirituales en general.
Antes, la cita con los empresarios de los más diversos sectores, había dejado en los testigos de la prensa una impresión tremenda. ¿Negocios con sentimientos? Al parecer algo tan raro es posible todavía, cuando el Presidente de Cuba es quien conduce el diálogo y les pide compartir, no sólo inversiones sino también experiencias y conquistas en áreas como las cooperativas o las pequeñas y medianas empresas que ya tienen asegurada su gestión en la nueva Constitución.
De esas reuniones, cual de las dos más intensa y productivas para ambas partes, la delegación cubana partió a rendir homenaje a José de San Martín y a José Martí en sus respectivos monumentos en Buenos Aires y a los 30 000 desaparecidos en el Parque Nacional de la memoria, dedicado a las víctimas del terrorismo de estado, entre los que se cuentan dos cubanos: Jesús Cejas y Crescencio Galañena, brutalmente asesinados como parte de la Operación Cóndor, de tan dolorosa memoria.
Junto al excanciller Jorge Taiana y a familiares de desaparecidos, Díaz-Canel rindió tributo a sus compatriotas y a las dos generaciones de argentinos y argentinas cuyos destinos estremecen a quienes visitan el monumento, intencionalmente levantado entre el vasto horizonte de aguas del Río de la Plata y la Universidad de Buenos Aires, lugares asociados a la vida que les arrancaron los militares.
Después del mediodía fue la apoteosis. A las 5 de la tarde ya había decenas de personas apostadas a las puertas de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, para escuchar a las 7:00 p.m. a Díaz-Canel, quien en 33 minutos hizo valoraciones del contexto mundial, regional y cubano que fueron seguidas por el auditorio con suma atención y ovacionadas decenas de veces.
Fue su discurso tan emotivo como la acogida del público y ambas emociones se hallaban transidas también por las palabras previas de la doctoral Eugenia Méndez, graduada en la primera promoción de la ELAM, quien narró con particular ternura la historia de sueños, realizaciones y sentimientos que enlaza a Cuba y Argentina.
Evidentemente, ni el fuerte verano austral ha podido deshacer el buen ánimo bonaerense en las horas previas a la fiesta de asunción, para las que se han quitado las insultantes vallas que mandó poner Macri en torno a la Casa Rosada, buscando espantar las quejas y las marchas populares contra su política de profundización de la brecha entre los que más tienen y los que se han ido quedando sin nada.
La celebración es doble: primero por el triunfo de Alberto y Cristina, quienes asumen con coraje las riendas de un país que sus antecesores han dejado arruinado y endeudado hasta el hambre y luego por los que se van.
“Último día de Macri” se podía leer en las infocintas de algunos canales locales de televisión que durante todo el día y la noche evaluaron la gestión del mandatario saliente como un auténtico desastre: porque la pobreza creció casi 50 por ciento, el índice más alto en 17 años; porque hay récord de inflación y desempleo, porque 6 de cada 10 niños viven en pobreza, porque le entregaron una economía en crecimiento y la deja con signo negativo a pesar de todas las prestaciones que le quitó a los argentinos.
“Tierra arrasada” ha titulado Tristán Bauer, su más reciente película, un documental sobre los profundos retrocesos que experimentó el país en los cuatro años de neoliberalismo duro y puro del macrismo. El prestigioso cineasta y director fundador de Canal Encuentro es el ministro de Cultura del nuevo gobierno.
“A veces el azar hace bien las cosas” había dicho Tristán citando a Julio Cortázar para explicar su conexión de nacimiento –nació en 1959– con la Revolución cubana.
Justo después que él, Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz, tomó la palabra para definir lo que comienza en Argentina este 10 de diciembre: “Mañana esperamos un nuevo amanecer. Será muy difícil reconstruir la tierra arrasada…pero aquí estamos para seguir construyendo juntos”.
Al final del día, entre aplausos y vítores, Díaz-Canel rememoraba esas palabras entre los aprendizajes de sus primeras 24 horas en tierra argentina. Y brindaba la mano solidaria de la Isla con la canción de Fito Páez que mejor conocen los cubanos: “Quién dijo que todo está perdido. Cuba viene a ofrecer su corazón”. Tiene razón Schulman. Algo trascendente podría estar naciendo con esta visita.