Dibujos que marcaron nuestra infancia en los 80 y 90 (III)

Por Juan Carlos Fernández

El osito Misha

Curiosos dibujos animados con una historia bastante curiosa y que, ni más ni menos, se remonta a la guerra fría.

El osito Misha fue una serie producida por el estudio japonés Nippon Animation, creador de animaciones tan perdurables como Heidi, Vickie, el vikingo o La abeja maya, entre otros muchos. Se emitieron por primera vez en la cadena japonesa TV Asahi entre 1979 y 1980, comprendiendo únicamente 26 episodios. En España se emitió por TVE hasta 1988. La verdad es que para lo poco que duraron estos dibujos dejaron una gran huella en los niños de la época.

Misha, en realidad, era la mascota de los Juegos Olímpicos de Moscú de 1980. En plena guerra fría, los soviéticos encargaron al estudio Nippon Animation que crearan una serie de dibujos animados cuyo protagonista fuese esta mascota, aunque sin que se vinculase la trama de la historia de dibujos con los juegos olímpicos.

La serie trataba sobre la llegada a una pequeña aldea aislada del mundo (Himadabeya) de Misha y su familia desde la gran cuidad. Partiendo de esta base, la temática es variada y fundamentalmente trataba temas como la naturaleza, la familia, amistad, etc.

Chicho Terremoto

Con Chicho Terremoto nos encontramos ante una breve serie de dibujos, pero de una trascendencia y fama más que evidentes, quizás por el número de veces se ha sido repuesta en la televisión.

Dash Kappei, su título original en japonés, fue creado por el estudio Tatsunoko Production y emitido por primera vez entre 1981 y 1982 por el canal nipón Fuji TV, conteniendo un total de 65 episodios. En España lo emitió Antena 3 como novedad en 1991, dentro del espacio “La Merienda”, aunque se ha repuesto en multitud de ocasiones.

Chicho Terremoto nos hacía muchísima gracia de pequeños, aunque quizás no tanto a nuestros padres. Perfecto antieroe, era un personaje (se supone que adolescente) de muy baja estatura pero con una habilidad increíble para jugar al baloncesto. Ahí no estaba el problema. El problema era su fetichismo por las bragas de color blanco, lo que hacía que fuese como loco subiendo las faldas a las niñas en búsqueda de su preciada prenda. Pero es que, además, era bastante egocéntrico, egoísta, cabezón y creído. Con estos antecedentes no era de extrañar que nos encantasen estos dibujos.

Hubo, además, otra particularidad, y es que los doblajes incluyeron expresiones y dichos típicamente españoles de la época, lo que hizo que esta serie fuese mucho más graciosa y enganchase más. ¡Tres puntos colega!

Los osos amorosos

Como contraposición a Chicho Terremoto, prestamos ahora atención a uno de los más almibarados dibujos de la historia, Los osos amorosos.

Los orígenes de estos suaves oseznos son bastante peculiares, ya que en un principio no fueron más que personajes de las tarjetas de felicitación que la norteamericana American Greetings lanzó en 1981. Su popularidad fue tal, que dos años más tarde la empresa comenzó a sacar ositos de peluche de cada uno de los osos amorosos (vendieron más de 40 millones), así como diverso merchandising que fue todo un éxito. Su particularidad estribaba en que cada uno de los osos tenía un símbolo en la tripa, junto a un color característico, que enfatizaban un sentimiento.

Entre 1983 y 1984 se lanzaron los primeros dibujos, si bien muy alejados de su trama posterior, ya que las protagonistas eran las propias tarjetas de felicitación de las que hablábamos antes. En 1985, se emitió la serie de los Osos amorosos tal y como la conocemos, estrenada en la cadena ABC. En España se emitieron a principios de los 90 por TVE y, posteriormente, por Tele 5.

La trama era empalagosa a más no poder, muy apta para los más pequeños de la casa. Los Osos amorosos vivían en un arco iris y luchaban contra el mal, encarnado en ciertos personajes que, a decir verdad, no daban mucho miedo. El golpe maestro de los osos era su famosos rayo que les salía de su tripa.

La serie tuvo tres temporadas y varias películas, pero se acabó en 1988 ya que, aunque habían disfrutado de un enorme éxito, las tramas eran tan inocentes y dulzonas que el público se empezó a cansar muy pronto.

A partir de 2002 ha ido saliendo nuevas versiones de los dibujos de forma interrumpida, por supuesto ya en 3D. La última de ellas fue en 2014 por la propia Netflix.

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