La guerra lleva a estos jóvenes a hacer cosas que les marcarán de por vida, entre ellas, la ruptura de lazos familiares primarios. El libro evalúa la importancia de los ideales, el peso de lo personal privado ante lo colectivo e histórico. Hay ejemplos de sacrificio y generosidad (también entre los alemanes), dramas de desubicación existencial y ejemplos numerosos de todos los tipos de miedo. La abundancia de personajes alarga excesivamente el relato de los cuatro años, hasta el final de la guerra, aunque permite al autor acercarse a ella desde varias perspectivas (femenina, religiosa, de fuerza bruta, madura, etc). Algunas de las situaciones resultan un tanto estereotipadas y faltas de fuerza.
Dicker es un hábil narrador y lleva bien los diferentes elementos de una trama que tiene de todo: romanticismo (con algún diálogo zafio y vulgar), aventuras de espionaje, indagación psicológica en los personajes, traición, muertes y secretos. En ningún momento parece que se esté leyendo una novela especial pero siempre es digna y eficaz. El tono grandilocuente de algunos pasajes y diálogos y algún error de bulto en la dosificación de las intrigas son pequeños fallos de principiante.
Esta primera novela del escritor suizo (Ginebra, 1985) es anterior a su éxito de 2012. La verdad sobre el caso Harry Quebert es un libro discreto y sobrevalorado pero mejor construido y de más peso.