Dirigentes pacifistas y bondadosos como José Luís Rodríguez Zapatero piden que la ONU autorice una intervención militar en Libia para derrotar-derrocar a Gadafi, acción imposible si siguen oponiéndose Rusia y China, dos de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad.
O se actúa sin mandato internacional, como en 2003 en Irak, o Gadafi continuará, aunque a partir de ahora sufrirá mil complots hasta que se exilie o lo asesinen.
Pero, aparte de la dificultad para lograr la necesaria unanimidad en el Consejo de Seguridad, es un error esperar pronunciamientos respetables de la ONU, porque la mayoría de sus organismos están dominados por dictaduras.
Uno de ellos es el crecientemente importante Consejo de los Derechos Humanos, que ha dejado de respetar la Declaración Universal de 1948, al extremo de que rechaza condenar la ejecución de homosexuales solamente por serlo.
El origen de todo es que los DD.HH. ya no son universales: los estados musulmanes aprobaron en 1990 una Declaración diferente, que pone esos derechos al servicio de las leyes de Alá, la sharia.
Esa Declaración se enfrenta radicalmente a la original, pero no importa: la Asamblea General, dominada por países no democráticos, y apoyada entre otros por España, disolvió en 2006 el anterior y más respetable Comité de Derechos Humanos, y creó este Consejo favorable a la sharia.
Así resulta que Libia, Egipto, Túnez, China, Arabia Saudita, Azerbaiyán, y países no musulmanes modelo Camboya, Uganda, incluso Cuba, vigilan incansablemente para que se respeten nuestros DD.HH.
Hace poco gran número de sus 47 miembros propuso elaborar un informe crítico sobre España, aunque, en realidad, este Consejo tiene otro fin: se creó casi exclusivamente para atacar a Israel, democracia superior a casi todos ellos juntos.
Actualmente la ONU es una mayoría de dictaduras que no merecen demasiado respeto, aunque inspiren miedo.
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El buen SALAS nos muestra uno de los vigilantes de los DD.HH., aunque no islámico:
Y lo que sigue es una camiseta políticamente incorrecta que se vende por algunos países europeos, aunque quienes la visten se exponen a graves represalias: