La alegría es mayor cuando se hace justicia con un premio a un hombre bueno en el sentido machadiano, trabajador incansable no ya desde el Conservatorio de Valladolid sino desde su faceta de concertista plenamente implicado en interpretar la música de nuestro tiempo (pasado, presente e incluso futuro cercano), enorme sobre todo como persona y de una humildad que refleja con sus propias palabras "Soy únicamente una persona enamorada de la música, de su auténtica vocación", escritas en su blog "Las palabras del agua". Tal vez compartir amor y vocación me llevó a seguir su trayectoria y a poder conocerle personalmente en León el 18 de septiembre de 2009, celebrando el "Año Albéniz" y engrandeciéndome como persona al poder sumarme a sus amigos reales y no sólo virtuales, comprobando en vivo lo que Internet nos había unido, conviviendo en la distancia cercana del Facebook©, intercambiando muchos y profundos comentarios, enviándole como ya es costumbre en mí "MUCHO CUCHO®" para sus conciertos, descubriendo intérpretes y obras que sin su convicción seguirían mudas en el papel.
No quería desaprovechar esta ocasión y volver a decirle
GRACIAS AMIGO.