Pues sí, me refiero a los famosos caballeros de la Orden del Temple que tantas novelas inspiran rodeados de leyendas y los parecidos que tienen con los publicitarios. Un total de diez características que resultan muy similares y que si trabajas en una agencia, tal vez te resulten conocidas. Compueba si en tu otra vida, fuiste Templario.
1. Su trabajo es su forma de vida y su forma de vida su trabajo.
Cuando un caballero ingresaba en la Orden del Temple, abandonaba su vida personal anterior y dedicaba todo su tiempo a la misma, a su trabajo y a sus compañeros. Cuando entras en una agencia, lo normal es que las fiestas y momentos de ocio sean rodeados de colegas de profesión, eventos del sector y asistencia a exposiciones, festivales, etc. Además, serás el rarito de la casa que espera a que pase el trozo de película para ver los anuncios o hace fotos de marquesinas y etiquetas para subirlas a instagram. La frontera entre tu vida personal y la profesional, desaparece.
2. Siempre iban en vanguardia y nunca retrocedían.
La fama de los soldados templarios en las Cruzadas se debe a su código de honor que les obligaba a ir siempre delante en cualquier batalla y ser los últimos en retirarse, teniendo prohibido rendirse. Si vas a trabajar en publicidad, no sólo deberás estar dispuesto a ir por delante de los demás, buscando lo último, la tendencia y la novedad, sino que jamás darás por perdida una campaña, un cliente o un objetivo de marketing.
El sigilum templi, o el sello que usaban como logotipo los Caballeros Templarios representa a dos jinetes sobre un mismo caballo. De hecho, al entrar en la Orden se les asignaba un compañero y debían luchar codo con codo como si fueran uno. Lo de usar un mismo caballo era más simbólico que real, pero recuerda mucho a las duplas, o equipos de dos publicitarios que trabajan en la misma campaña dentro de una agencia. Y si no es una dupla de redactor más diseñador (copy + arte) será creata y ejecuta. Pero siempre, siempre, trabajarás en equipo.
4. Crearon una marca que sobrevive, incluso como genérico aunque otras órdenes sigan existiendo y haya falsificaciones.
Hace siglos que la Orden del Temple fue disuelta, y su marca y símbolos siguen ahí, de moda. Hasta el punto de que en cuanto alguien ve un caballero cruzado con una cruz de cualquier tipo, ya piensa que es un Templario, aunque sea de otras órdenes parecidas pero distintas como la de Malta, Santiago, Montesa, Calatrava, Teutónica… Marcas que siguen existiendo pero venden menos. Pocas marcas son tan fascinantes para todos los públicos, tan conocidas y tan duraderas.
5. Mucha fama pero sobre todo trabajo sucio.
Los Templarios son recordados con una aureola de valor y poder muy por encima de su labor real. Es cierto que participaron en muchas batallas famosas, desde la toma de Jerusalén a las Navas de Tolosa, pero también es cierto que la mayoría de frailes templarios no eran soldados, y que su labor principal estaba en granjas, molinos, huertas y otras encomiendas de Europa, lejos de las Cruzadas, generando recursos económicos para sostener al ejército. Algo así como ocurre en las agencias, que la fama la llevan los Directores Creativos estelares, pero no serían nada sin el resto del equipo de los demás departamentos.
6. Innovaron y crearon el mercado global.
El mundo del Marketing, por definición, es el desarrollo de mercados y su expansión. La Orden del Temple es considerada casi como la primera multinacional. Un servicio de seguridad privado, que estaba dentro de la Iglesia pero no dependía de los Obispos ni de los Reyes de cada país, y que funcionaba corporativamente sin fronteras. Además, al dar protección a los caminos hasta Tierra Santa, inventaron las "letras de cambio o cheques". Los peregrinos dejaban su dinero en una encomienda templaría de su país a cambio de un recibo que les permitía ir sacando dinero de las "sucursales" del temple en otros lugares. Así evitaban ser robados. Este es uno de los orígenes de la leyenda del tesoro que supuestamente acumulaban, y fuente de problemas al usar ese dinero en depósito como los bancos de hoy, prestándoselo al rey de Francia hasta que no pudo devolverlo y… ¿os suena?
7. Son inocentes, pero calumnia que algo queda.
Pocos años después de ser disuelta la Orden por sus graves acusaciones, fueron exculpados y perdonados. Aunque, por muchas razones, no les permitieron volver a reunirse. Hoy, todos recuerdan su mala fama pero casi nadie que fueron absueltos. Pues con la publicidad, como te caiga un sanbenito, que Dios te perdone, porque el cliente no lo hará tan fácilmente. La publicidad subliminal, por ejemplo, no existe. Pero nadie recuerda la confesión de quien lanzó el estudio falso en su momento, aunque todos hayan oído hablar del experimento de las palomitas y el refresco en el cine.
8. Mala fama, mala vida.
Pues sí. Los publicitarios tienen mala fama, y lo sabes. Desde acusarnos de manipuladores de mente, a vagos pintamonas, subidos de ego o directamente estafadores por vender humo. Ser publicitario, aunque mole, tiene tan mala fama como la tenían los templarios, acusados de sodomía, herejía y mil pecados más. Aún así, muchos quieren alistarse ¿no?
9. No son tantos como parecen.
Uno de los enigmas históricos lanzados por los novelistas y autores que quieren vender más libros explotando los mitos de los Templarios, es cómo pudieron decenas de miles de caballeros desaparecer y rendirse sin presentar batalla a las falsas acusaciones del Rey y el Papa. La verdad, es que aunque eran tantos, estaban muy repartidos y no todos eran caballeros o soldados. En la mayoría de encomiendas, bailías y molinos, había sólo un puñado de monjes, sin armas, haciendo tareas logísticas. La verdad era que al ser unos caballeros muy bien pertrechados y formados para el combate, unos pocos de ellos eran eficaces y temidos al frente de un ejército de gleba. Pues con los publicitarios pasa un poco lo mismo. No hay tantos, pero hacen mucho ruido y se hacen notar mucho. Al final siempre son los mismos. Y no miro a nadie.
10. También había monjas.
Pues sí, también había una orden femenina de monjas templarias, y de hecho en la Regla de la Orden especifica que no debían compartir convento ni estancia hombres y mujeres. En las agencias no ocurre eso, y aunque negaré haberlo escrito, no es raro que compartan estancia hombres y mujeres. Sin embargo, la visibilidad de mujeres en el sector, especialmente como creativas es escasa. parece que las chicas en las agencias sólo están en los departamentos de medios, escondidas, o como ejecutivas de cuentas. Pero haberlas, haylas, y muy buenas.
Una más: Non nobis, sed tuam.
Algo que no siempre es así, pero que debería ser la referencia que tomaran los publicitarios de los míticos caballeros de la Orden del Temple es su slogan: "Non nobis, domine, non nobis, sed nomine tuo da gloriam". Que significa: No en mi nombre, Señor, sino en nombre de tu gloria.
Y es que el trabajo de una agencia o de un publicitario debería buscar la gloria de la marca para la que trabaja, no la suya propia. Sólo si cada trabajo se hace pensando en el beneficio, no necesariamente económico, del cliente, será totalmente honesto. Hacer experimentos con el dinero y el prestigio de los clientes, en nombre de nuestro ego y a la mayor gloria en un festival o viral, debería ser pecado.
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