Revista Cultura y Ocio

"Diez Negritos" de Agatha Christie, la dama del crimen

Publicado el 19 junio 2021 por Juancarlos53

«estoy convencido que mister Owen, por darle el nombre que él ha escogido, se encuentra en la isla, lo juraría por mi vida. Este hombre ha decidido castigar a ciertos individuos por faltas cometidas que escapan a la ley. No dispone de otros medios para su plan que el juntarse con sus invitados. Creo que mister Owen es uno de nosotros.» (pág. 100)

Como tenía el Reto "Nos gustan los clásicos" un poquito abandonado decidí darle un empujoncito. Leyendo blogs literarios que habitualmente visito vi que alguno reseñaba con frecuencia novelas de Agatha Christie. A mí la escritora inglesa siempre me ha gustado si bien la había dejado un poquito de lado como demuestra que en los diez años de existencia de "El blog de Juan Carlos" sólo haya reseñado uno de sus libros, "La muerte visita al dentista", y eso animado por la lectura de "El club de los martes" de Mario Escobar. ¿Querría esto decir que había renegado de la creadora de Miss Marple y de Hercules Poirot? No, por cierto, sólo que su lectura, quizás en mi fuero interno, se me debía de antojar algo infantil o adolescente dado que teniendo yo catorce o quince años leí algunos de sus muchos títulos ("Diez negritos", "Asesinato en el Orient Express", "Poirot en Egipto", "Un cadáver en la biblioteca", "Muerte en la vicaría", "Cinco cerditos"...) que junto a otros de Miguel Delibes lograron aficionarme a la lectura. Por esto estoy contento, porque gracias al Reto propuesto por Francisco de "Un lector indiscreto" y el empujón que me dio ver en el blog de Patricia Ayuste (Entre suspiros y un café) una reseña de "Diez negritos" me entraron unas ganas inmensas de volver a leer ese título que recordaba con gusto aunque no en su detalle.
La relectura de esta narración de la denominada Dama del Crimen me ha resultado de lo más agradable. Hay que ver qué bien construía las tramas esta Reina de la novela policíaca y detectivesca. Cómo se divertía haciendo referencias metaliterarias precisamente de la tendencia a la que pertenece la novela que tenemos en nuestras manos («Eso solamente ocurre en las novelas policíacas, que las gentes guardan su revólver hasta para dormir», le dice el comandante Blove al doctor Armstrong a propósito de la pistola que otro de los invitados a la isla del Negro, el aventurero Lombard lleva siempre consigo). Quizás -sólo por poner un levísimo "pero" a la gran autora- yo hubiera suprimido la un poco demasiado extensa aclaración final en la que la novelista no deja cabo suelto alguno. A mí -y creo que coinciden conmigo otros muchos lectores actuales- me gusta poder imaginar posibilidades variadas. Pero Agatha Christie no deja hacerlo. Pese a esto, le doy un diez a esta obra que, dentro de su estilo y desde su momento de publicación, el año 1939, es todo un clásico contemporáneo.
El asunto es bastante conocido por cualquier amante de la literatura de suspense y detectivesca. Diez personas sin relación entre sí reciben de un tal U.N. Owen misivas personalizadas en las que se les invita a pasar unos días de descanso en la isla del Negro. Tal isla es la versión ficticia de la real isla de Burgh, en el condado de Devon, al sudoeste de Inglaterra. El condado de Devon es al que pertenece la localidad de Torquay donde la escritora nació en septiembre de 1890. Todas las misivas tienen un algo de extrañeza pero el glamour que emana de ser invitados por los supuestos millonarios que han adquirido el islote y las referencias que en las cartas se hacen individualizadamente a personas o asuntos que los receptores reconocen les llevan a aceptar la invitación. 
Todo es extraño desde el inicio pero va ganando enteros según que pasan las páginas. En Devon les espera un tal Fred Narracott que ha sido encargado por mister Owen para trasladar a los invitados a la isla. Una vez en ella son recibidos por los Rogers, matrimonio contratado para atender a los recién llegados. La enorme sorpresa sobreviene cuando éstos les dicen que los Owen no están en la isla y que ni siquiera ellos los conocen pues han sido contratados en su nombre por una agencia de empleo. Algunos de los allí reunidos -los ocho invitados más el matrimonio Rogers- empiezan a cavilar y les sorprende que ninguno de ellos conociese personalmente al anfitrión. el señor U.N. Owen, juego de palabras que fonéticamente suena como el término 'unknow' ("desconocido"). El misterio sube en grados cuando en todas las lujosas habitaciones de cada uno de los huéspedes hay un cuadro que contiene la canción de cuna inglesa titulada "Diez negritos". Es una canción que hoy sería considerada políticamente incorrecta dado el racismo subyacente a la misma. En la tonadilla utilizada en su momento -¡imagino!- para adormecer a los niños van desapareciendo los negritos mortalmente (ahogado. ahorcado, muerto mientras dormía, cortado por un hacha, picado por una abeja, etc.) hasta no quedar ninguno («y no quedó ¡ninguno!») que son las palabras con que finaliza la canción.
Es algo misterioso que según pasan las horas y los días vayan muriendo los personajes siguiendo el orden de los procedimientos señalados en el texto:
«Diez negritos se fueron a cenar. Uno se ahogó y quedaron: Nueve.
Nueve negritos trasnocharon mucho. Uno no se despertó y quedaron: Ocho.
Ocho negritos viajaron por Devon. Uno se escapó y quedaron: Siete.
Siete negritos cortaron leña con un hacha. Uno se cortó en dos y quedaron: Seis.
Seis negritos jugaron con una colmena. A uno de ellos le picó una abeja y quedaron: Cinco.
Cinco negritos estudiaron derecho. Uno de ellos se doctoró y quedaron: Cuatro.
Cuatro negritos se hicieron a la mar. Un arenque rojo se tragó a uno y quedaron: Tres.
Tres negritos se pasearon por el zoo. Un oso los atacó y quedaron: Dos.
Dos negritos estaban sentados en el sol. Uno de ellos se quemó y quedó: Uno.
Un negrito se encontraba solo. Y se ahorcó, y no quedó ¡ninguno!
»
Se añade a esto el que una colección de 10 figuritas de negros vaya perdiendo integrantes según que las muertes se van produciendo. ¿Quién es el asesino? ¿Cómo realiza los crímenes y elimina las figuritas? Hay suspense hasta el final, un final que sorprende por su originalidad y por -como suele ser marca de fábrica en la escritora inglesa- romper todas y cada una de las expectativas que  los lectores hayan podido ir teniendo según han ido apareciendo cadáver aquellos en los que habían depositado sus sospechas.
Es la típica novela de suspense detectivesca desarrollada en un espacio cerrado (huis-clos) con lo que los candidatos al crimen son muy reducidos. La maestría de la autora es grande pues con estos escasos mimbres construye una historia en la que el perspectivismo de unos y de otros es esencial para ir avanzando en la indagación. Todo se complica cuando de los diez presentes en la isla, como dice la canción y llegó a titularse la primera edición aparecida en los Estados Unidos, «no quedó ¡ninguno!» (And Then There Were None). Quizás en USA se cambió el título para evitar la connotación racista contenida en la expresión 'negrito'; de hecho allí algunas de las ediciones sucesivas se titularon "Diez indiecitos" para evitar la palabra 'niggers', si bien con el tiempo se impuso la neutra y nada conflictiva expresión And Then There Were None.
Como curiosidad hay que decir que si bien la canción original en lengua inglesa contenía la expresión "little nigger" la misma se encuentra ya sustituida en las versiones infantiles actuales por la de "little soldier boys" a fin de no herir susceptibilidades; tampoco la expresión "little indians" ha soportado la presión de lo políticamente correcto quedando pronto fuera de uso como demuestra que sólo apareciese en la primera edición americana de la novela y no en las siguientes. 
También como curiosidad hay que señalar el enorme éxito de la historia que ha sido llevada a las pantallas de Cine y TV en muchas ocasiones desde la  película dirigida por René Clair en 1945 hasta la última, en 2015, la miniserie de tres capítulos que la cadena inglesa BBC One rodó con el título And Then There Were None para conmemorar el 125º aniversario del nacimiento de la exitosa escritora. 
Igualmente la obra ha subido a las tablas en muchas ocasiones. Comenzó su ascenso bien pronto, ya en 1943, siendo ella misma quien realizaría la adaptación teatral. En esta el final mortal de los personajes lo sustituyó por un final más amable. El último de los vivos en vez de morir se casará. Quizás la narradora echó unas risas sobre el matrimonio que a ella misma no le fue demasiado bien dada la infidelidad de su primer marido que ocasionaría el divorcio del matrimonio. Pese a esto Agatha mantuvo el apellido de casada y eso que en 1930, dos años después de haberse divorciado, volvería a casarse, matrimonio feliz durante muchos años. En todo el mundo ha habido muchas representaciones de la obra teatral de la novelista reconvertida en dramaturga. Aquí, en España, ya en 1958 se representó con enorme éxito en versión y dirección de José Luis Alonso. Y últimamente, en 2001 y en 2014, volvió a los teatros dirigida en ambas ocasiones por Ricard Reguant. Éxito inmenso siempre, no tanto como el de "La ratonera", claro, que lleva representándose en Londres desde el año de 1952. Tan sólo "La ratonera" (The Mousetrap) ha dejado de representarse a partir de marzo de 2020 por culpa de la pandemia del Coronavirus, pero es seguro que pronto volverá a las tablas.
FinalHe leído la novela en la mítica colección de la editorial Molino que tantos recuerdos me trae de mi lejana adolescencia. Me envicié con la lectura -¡bendito vicio, ¡vive dios!- gracias en parte, como ya he dicho antes, a las novelas de Agatha Christie de esta editorial que leía cuando me las regalaban o cuando iba a la biblioteca de la Caja de Ahorros de mi ciudad y las sacaba para leerlas en casa. Disfrutaba muchísimo entonces y ahora he vuelto a disfrutar mucho releyéndola y recordando esos dichosos años de vacaciones inmensas e inacabables.
NotaComo ya he señalado en esta entrada, "Diez negritos" de Agatha Christie es la cuarta novela que leo para ir avanzando en la realización del Reto "Nos gustan los clásicos, Vª edición" propuesto por el blog de Francisco, 'Un lector indiscreto'.
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