«estoy convencido que mister Owen, por darle el nombre que él ha escogido, se encuentra en la isla, lo juraría por mi vida. Este hombre ha decidido castigar a ciertos individuos por faltas cometidas que escapan a la ley. No dispone de otros medios para su plan que el juntarse con sus invitados. Creo que mister Owen es uno de nosotros.» (pág. 100)
La relectura de esta narración de la denominada Dama del Crimen me ha resultado de lo más agradable. Hay que ver qué bien construía las tramas esta Reina de la novela policíaca y detectivesca. Cómo se divertía haciendo referencias metaliterarias precisamente de la tendencia a la que pertenece la novela que tenemos en nuestras manos («Eso solamente ocurre en las novelas policíacas, que las gentes guardan su revólver hasta para dormir», le dice el comandante Blove al doctor Armstrong a propósito de la pistola que otro de los invitados a la isla del Negro, el aventurero Lombard lleva siempre consigo). Quizás -sólo por poner un levísimo "pero" a la gran autora- yo hubiera suprimido la un poco demasiado extensa aclaración final en la que la novelista no deja cabo suelto alguno. A mí -y creo que coinciden conmigo otros muchos lectores actuales- me gusta poder imaginar posibilidades variadas. Pero Agatha Christie no deja hacerlo. Pese a esto, le doy un diez a esta obra que, dentro de su estilo y desde su momento de publicación, el año 1939, es todo un clásico contemporáneo.
El asunto es bastante conocido por cualquier amante de la literatura de suspense y detectivesca. Diez personas sin relación entre sí reciben de un tal U.N. Owen misivas personalizadas en las que se les invita a pasar unos días de descanso en la isla del Negro. Tal isla es la versión ficticia de la real isla de Burgh, en el condado de Devon, al sudoeste de Inglaterra. El condado de Devon es al que pertenece la localidad de Torquay donde la escritora nació en septiembre de 1890. Todas las misivas tienen un algo de extrañeza pero el glamour que emana de ser invitados por los supuestos millonarios que han adquirido el islote y las referencias que en las cartas se hacen individualizadamente a personas o asuntos que los receptores reconocen les llevan a aceptar la invitación.
Es algo misterioso que según pasan las horas y los días vayan muriendo los personajes siguiendo el orden de los procedimientos señalados en el texto:
«Diez negritos se fueron a cenar. Uno se ahogó y quedaron: Nueve.Se añade a esto el que una colección de 10 figuritas de negros vaya perdiendo integrantes según que las muertes se van produciendo. ¿Quién es el asesino? ¿Cómo realiza los crímenes y elimina las figuritas? Hay suspense hasta el final, un final que sorprende por su originalidad y por -como suele ser marca de fábrica en la escritora inglesa- romper todas y cada una de las expectativas que los lectores hayan podido ir teniendo según han ido apareciendo cadáver aquellos en los que habían depositado sus sospechas.
Nueve negritos trasnocharon mucho. Uno no se despertó y quedaron: Ocho.
Ocho negritos viajaron por Devon. Uno se escapó y quedaron: Siete.
Siete negritos cortaron leña con un hacha. Uno se cortó en dos y quedaron: Seis.
Seis negritos jugaron con una colmena. A uno de ellos le picó una abeja y quedaron: Cinco.
Cinco negritos estudiaron derecho. Uno de ellos se doctoró y quedaron: Cuatro.
Cuatro negritos se hicieron a la mar. Un arenque rojo se tragó a uno y quedaron: Tres.
Tres negritos se pasearon por el zoo. Un oso los atacó y quedaron: Dos.
Dos negritos estaban sentados en el sol. Uno de ellos se quemó y quedó: Uno.
Un negrito se encontraba solo. Y se ahorcó, y no quedó ¡ninguno!»
Es la típica novela de suspense detectivesca desarrollada en un espacio cerrado (huis-clos) con lo que los candidatos al crimen son muy reducidos. La maestría de la autora es grande pues con estos escasos mimbres construye una historia en la que el perspectivismo de unos y de otros es esencial para ir avanzando en la indagación. Todo se complica cuando de los diez presentes en la isla, como dice la canción y llegó a titularse la primera edición aparecida en los Estados Unidos, «no quedó ¡ninguno!» (And Then There Were None). Quizás en USA se cambió el título para evitar la connotación racista contenida en la expresión 'negrito'; de hecho allí algunas de las ediciones sucesivas se titularon "Diez indiecitos" para evitar la palabra 'niggers', si bien con el tiempo se impuso la neutra y nada conflictiva expresión And Then There Were None.
Como curiosidad hay que decir que si bien la canción original en lengua inglesa contenía la expresión "little nigger" la misma se encuentra ya sustituida en las versiones infantiles actuales por la de "little soldier boys" a fin de no herir susceptibilidades; tampoco la expresión "little indians" ha soportado la presión de lo políticamente correcto quedando pronto fuera de uso como demuestra que sólo apareciese en la primera edición americana de la novela y no en las siguientes.
Igualmente la obra ha subido a las tablas en muchas ocasiones. Comenzó su ascenso bien pronto, ya en 1943, siendo ella misma quien realizaría la adaptación teatral. En esta el final mortal de los personajes lo sustituyó por un final más amable. El último de los vivos en vez de morir se casará. Quizás la narradora echó unas risas sobre el matrimonio que a ella misma no le fue demasiado bien dada la infidelidad de su primer marido que ocasionaría el divorcio del matrimonio. Pese a esto Agatha mantuvo el apellido de casada y eso que en 1930, dos años después de haberse divorciado, volvería a casarse, matrimonio feliz durante muchos años. En todo el mundo ha habido muchas representaciones de la obra teatral de la novelista reconvertida en dramaturga. Aquí, en España, ya en 1958 se representó con enorme éxito en versión y dirección de José Luis Alonso. Y últimamente, en 2001 y en 2014, volvió a los teatros dirigida en ambas ocasiones por Ricard Reguant. Éxito inmenso siempre, no tanto como el de "La ratonera", claro, que lleva representándose en Londres desde el año de 1952. Tan sólo "La ratonera" (The Mousetrap) ha dejado de representarse a partir de marzo de 2020 por culpa de la pandemia del Coronavirus, pero es seguro que pronto volverá a las tablas.
FinalHe leído la novela en la mítica colección de la editorial Molino que tantos recuerdos me trae de mi lejana adolescencia. Me envicié con la lectura -¡bendito vicio, ¡vive dios!- gracias en parte, como ya he dicho antes, a las novelas de Agatha Christie de esta editorial que leía cuando me las regalaban o cuando iba a la biblioteca de la Caja de Ahorros de mi ciudad y las sacaba para leerlas en casa. Disfrutaba muchísimo entonces y ahora he vuelto a disfrutar mucho releyéndola y recordando esos dichosos años de vacaciones inmensas e inacabables.
NotaComo ya he señalado en esta entrada, "Diez negritos" de Agatha Christie es la cuarta novela que leo para ir avanzando en la realización del Reto "Nos gustan los clásicos, Vª edición" propuesto por el blog de Francisco, 'Un lector indiscreto'.
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