Casi nunca leo antologías, prefiero los poemarios de un solo autor que voy eligiendo en base a recomendaciones, descubrimientos en librerías o boletines de novedades, bibliotecas... pero las antologías (y quizá las desdeñe torpemente porque en ellas puedo encontrar nombres desconocidos de poetas estupendos...) me dan pereza.
Sin embargo esta cayó en mis manos hace unos días y lo cierto es que me llamaron la atención dos cosas: tenía curiosidad por descubrir qué música habían inspirado los poemas (el libro incluye un CD) y por otra parte, Calambur es la editorial que publica a Juan Carlos Mestre (¡veneración!), por lo que me inspiraba confianza.
Pues bien: la música no me gustó en absoluto: todas los temas son prácticamente iguales y no tienen ninguna conexión con el poema en el que se basan, o yo no se la he encontrado. No entiendo por qué los diez recuerdan a operetas repetitivas, simples y tediosas. Creo que en el libro se encuentran poemas bastante buenos que podrían haber inspirado temas musicales verdaderamente preciosos. Precisamente el prólogo lo explica muy bien: música y poesía van de la mano. Indiscutiblemente. Y cuando se tiene la suerte de asistir a un recital poético en el que uno o varios músicos acompañen al rapsoda, cuando ambas partes son profesionales y se crea esa conexión mágica entre ellos, es indescriptible.
Transcribo aquí algunos de los poemas más inspiradores del libro:
*De María Victoria Atencia:
TERNURA
Quizás no sea ternura la palabra precisa
para este cierto modo compartido
de quedar en silencio ante lo bello exacto,
o de hablar yo muy poco y ser tú la belleza
misma, su emblema, aunque tan próxima y latiendo.
Y es también un destino unánime que vuelvan
a idéntico silencio —cuando llegue la hora
de la tregua indecible— mi palabra y tu zarpa
*De Antonio Gamoneda:
[sin título]
Yo estaré en tu pensamiento, no seré más que una
sombra imprecisa;
habré existido un instante en que la alegría y la piedad
ardían en tus ojos.
Pero también quiero permanecer desconocido dentro de ti.
Desconocido. Simplemente envuelto en tu felicidad.
Tú distraída en tu luz y yo apenas viviente en ella, y
así, imperceptiblemente amado, esperar la desaparición.
Aunque quizá estemos ya separados por un hilo de sombras
y casa uno está en su propia luz
y la mía es la que tú vas abandonando.
*De Clara Janés:
V
La menta y el espliego y el romero,
el hinojo, la salvia, la ajedrea,
el tomillo, la malva, el estragón,
el anís estrellado y el poleo,
la angélica y el boldo, la violeta,
la ortiga y el llantén, la celedonia,
la maría luisa y la verbena,
la tila, el azahar y la artemisa,
la manzanilla, el brezo, la borraja,
la amapola, el helenio, el malvavisco
y también la cicuta.