Originalmente espíritu era pneuma para los griegos y ruah para los hebreos, significaba aire, aliento, de donde viene la palabra neumático. Era aliento de vida. Luego el principio de vida pasó a ser llamado psijé. Espíritu se convirtió en sabiduría para los gnósticos. Los hombres espirituales eran los que alcanzaban una sabiduría especial que les daba la salvación. Los psíquicos o vitales se conformaban con la letra de los libros sagrados y obtenían una salvación inferior. Los hílicos o materiales estaban condenados al infierno.
Los gnósticos creían que había un dios supremo, puramente espiritual. Este no era el creador del mundo material. Esta divinidad era tan inalcanzable e incomprensible que algunos la denominaron silencio. Para alcanzarla, era preciso que el gnóstico, en su ascenso espiritual, conociera los nombres de los ángeles que lo iban a interrogar y las respuestas que debía dar. La materia para ellos era lo más bajo y fue creada por un demonio o divinidad inferior, el Yahvé hebreo. Este no era el padre de Cristo, pues Jesús era un enviado del dios espiritual y su labor era enseñar cómo desprendernos de la materia. Llegaron a decir que Cristo no tuvo un cuerpo real sino solo aparente (docetismo) por lo que negaron la encarnación. Otros afirmaban que Jesús fue un hombre corriente, que fue poseído por una divinidad en el momento del bautizo de Juan (Este es mi hijo muy amado) y abandonó a Cristo durante la crucifixión, cosa que explica las enigmáticas palabras: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Su pensamiento influyó en los maniqueos, los cátaros, los templarios e incluso en los masones.
Finalmente, para la axiología moderna espíritu es la capacidad exclusiva del ser humano de captar valores como la belleza, la justicia, la verdad… y realizarlos. Es ese sentimiento que nos hace capaces de apreciar la belleza de la naturaleza o de un paisaje, sin interferir con ellas, un aprecio desinteresado que se supone es exclusivo de los seres humanos.
El alma, como principio de vida, fue rechazada por Descartes. Para él, solo es una cosa que piensa y los animales son máquinas carentes de un principio de vida especial para ellos. Para los medievales, animales y plantas tenían almas o principios de vida que morían con ellos.