Dijo Moretti…

Publicado el 21 abril 2017 por María Bertoni

“Con los años, más me gusta mi trabajo y menos me gusta explicar mi trabajo” sostuvo ayer Nanni Moretti en la charla abierta que ofreció en la sala 7 del Village Recoleta y en el marco del 19º BAFICI. Visiblemente cansado, y al principio un poco fastidiado, el realizador italiano contestó con distintos grados de entusiasmo las preguntas que le hicieron, primero, el director artístico y moderador del conversatorio Javier Porta Fouz, luego integrantes del público.

Tras presentar al invitado como un “maestro del cine contemporáneo”, Porta Fouz pidió preguntas directas, libres de introducciones interminables. Moretti subrayó esta condición y luego, en el transcurso de la charla, se abstuvo de contestarles a un par de espectadores. “Parecen periodistas italianos” comentó cuando una chica le preguntó “¿Qué es ser comunista ahora?”, y dijo no estar al tanto de la situación cuando un muchacho le pidió opinión sobre “lo que está pasando con el financiamiento del cine nacional en Argentina”.

En ese momento otro integrante del público exigió “Hablemos sólo de cine” (como si el peligro que parecen correr el INCAA y la ENERC fuera harina de otro costal) y una mujer sentada en la última fila de la sala le gritó “¡Mentiroso!” al joven que, además de hacer la pregunta, explicó un poco el panorama vernáculo a pedido del mismo Nanni que cerró el tema con un lacónico “El financiamiento público del cine es importante, por supuesto”.

Como tantos otros periodistas en el pasado, Porta Fouz quiso saber si los jóvenes directores actualmente lidian con las mismas dificultades que Moretti enfrentó en tiempos de Io sono un autarchico. El cineasta volvió a contestar lo mismo que en ocasiones anteriores:

“Antes era más complicado filmar y exhibir en formato Super-8 porque no había negativo para hacer copias; se trabajaba sólo con la película original… Hoy hacer cine es más fácil desde un punto de vista técnico, logístico y administrativo”.

Las demás preguntas del moderador y del público giraron sobre todo alrededor de la mencionada Io sono…, Ecce bombo, La messa è finita, Palombella rossa, Caro diario, Aprile, La habitación del hijo, Habemus Papam, y muy poquito Mia Madre y el documental La cosa. En el transcurso de este repaso, Moretti dijo sentirse sorprendido cada vez que alguien lo detiene en la calle para recitarle “diálogos completos que yo no recuerdo”.

Ante la observación sobre la virtud premonitoria de Habemus Papam, el regista recordó:

“En el mundo católico se miró la película con respeto pero también se dijo que no era posible que un Papa adoptara la actitud cobarde del protagonista. Dos años después, esas mismas personas elogiaron el ‘coraje revolucionario’ de (Joseph Aloisius) Ratzinger cuando renunció a su puesto”.

Sobre su pronunciamiento político en La cosa, Nanni dijo:

“En ese entonces tenía las ideas más claras. 1989 representó un momento emotivo muy fuerte en Italia. Hoy no existe respeto por el adversario político; por lo tanto no sería sencillo hacer un documental como ése”.

En al menos dos ocasiones Moretti se refirió a la influencia del factor Suerte en su carrera. Por un lado afirmó que el debut con Yo soy un autárquico fue “muy afortunado”: contó que el film se estrenó “en un circuito muy pequeño” y que, cuando le pidió una segunda jornada de proyección además del único día concedido a regañadientes, el dueño de la sala le preguntó “¿Tantos amigos y familiares tenés como para que asistan a dos funciones por semana?”.

Por otro lado, cuando una espectadora le preguntó si es muy complicado mantener en Italia una sala independiente como el Cinema Nuovo Sacher, Nanni contestó que montó ese espacio por los mismos dos motivos que empezó a producir películas de otros autores y a organizar la muestra anual de operas prima Bimbi Belli: por placer y “para devolver algo de lo que recibí”.

Visiblemente cansado y al borde del fastidio, Moretti habló casi una hora y cuarenta y cinco minutos. Lo escoltaron dos intérpretes convocados a último momento, y lo presentó el director artístico del festival, Javier Porta Fouz.

En cuanto a su formación como cineasta, Moretti explicó que no tuvo una “infancia de espectador” y que empezó a mirar películas a sus quince años. Luego agregó:

“Me siento muy ligado al cine de autor de los años ’60, que refutaba el cine y la sociedad heredadas en ese momento. De hecho esos directores imaginaron desde el realismo y desde la fábula un nuevo cine y una nueva sociedad. No filmaban éxitos pero hicieron posible que el cine de autor se volviera popular con el tiempo”.

El realizador mencionó entre sus referentes a Pier Paolo Pasolini, a los entonces debutantes Ermanno Olmi, Marco Bellocchio y Bernardo Bertolucci. También reconoció la impronta que le dejaron las nuevas olas francesa y británica.

Hoy Moretti prefiere el cine que, después de proyectado, “continúa trabajando en el espectador”. Cuando le preguntaron por las películas que más le gustaron en el último tiempo, nombró Neruda de Pablo Larraín (elogió especialmente al realizador chileno), Manchester junto al mar del estadounidense Kenneth Lonergan y Baccalauréat del rumano Cristian Mungiu.

Después de sostener que le gusta cada vez más su trabajo y cada vez menos explicarlo, el cineasta agregó que prefiere la pregunta ¿Cómo? a la pregunta ¿Por qué?. Acaso por eso se explayó bastante a la hora de hablar sobre su manera de trabajar. Contó, entre otras cosas, que no es metódico con sus guiones (“Escribo de manera irregular; me surgen imágenes antes que el tema de la próxima película”), que ahora prefiere escribir con otras personas en vez de solo, que el trabajo con los actores es el que más le gusta (“empezando por el casting“), que la instancia con el montajista “es la más íntima y la más delicada”, que disfruta mucho del proceso de musicalización del film (“uno de los momentos más intensos” definió).

“Mis ganas de mirar y hacer cine están intactas” aseguró después de reconocer algunos cambios en cuarenta años de trayectoria. Por ejemplo: “Antes pensaba que era natural escribir, dirigir y actuar en la misma película; ahora estoy dispuesto a dirigir un guión ajeno”; “No dejaba ningún espacio para la improvisación en las primeras películas; en cambio ahora recibo con placer el aporte de actores como el de John Turturro en Mia madre“; “En estos últimos tres años, he dado forma a otros tipos de personaje”.

Ante el clásico pedido de recomendaciones para los estudiantes de cine, Nanni sugirió “ver películas buenas y malas porque las malas enseñan lo que no hay que hacer”, “leer sólo libros buenos porque la literatura mala no sirve para nada”, “formarse un espíritu crítico”, “aprender a identificar lo que uno no quiere”, “saber conformar un buen equipo de trabajo”, evitar las “soluciones convencionales” que proponen algunos profesionales exitosos.

El director también les recomendó a estos aspirantes “no victimizarse ni agarrársela con la Industria con I mayúscula ni con el Sistema con S mayúscula”. Por otro parte les pidió no caer en la tentación de creerse autores de “películas importantes” que “van a cambiar la cabeza del espectador”, todo esto dicho con sorna.

Duró más de hora y media la charla cuya organización puso a prueba la paciencia del invitado y de quienes pudieron escucharlo. Además de la renuncia repentina del intérprete que lo acompañó en Santiago de Chile y que debería haberlo asistido en las presentaciones del BAFICI, Moretti lidió con una sala de proyección apenas ambientada para una charla: costó imaginarlo cómodo en la silla de plástico que le ofrecieron, con un vaso con agua entre los pies, en un espacio mezquinamente iluminado y con micrófonos mal calibrados.

Por su parte, los espectadores soportaron con resignación las desprolijidades organizativas que retrasaron un cuarto de hora el ingreso a la sala 7 del Village Recoleta. Esos quince minutos suplementarios resultaron insoportables para personas que llevaban entre dos y tres horas de pie a la espera de los tickets necesarios para asegurarse una butaca libre.