Disfrutamos de las risas de nuestros hijos y nos sentimos grandes cuando aprenden algo nuevo con nosotras.
Es maravilloso y agotador construir a una persona nueva y lanzarla hacia un mundo gigante,lleno de adversidades. Lo mismo que nuestras madres o familiares hicieron con nosotras.
Adversidades con las que ya convivimos nosotras.Que ocurre cuando todo no va sobre ruedas?
Existen muchas familias con problemas no relacionados con los hijos.
Los denominamos problemas de adulto.
Son estos problemas que nos callamos verbalmente pero nuestra forzada sonrisa o nuestra pronta irritabilidad gritan a los cuatro vientos la verdad realidad de neustro estado emocional.
Algunos padres se sienten tristes o enfadados por alguna razón y engañosamente creen que no diciendo nada, el niño no nota tu angustia y todo sigue "bien".
Un niño es una esponjita que más que aprender de lo que dices aprende de lo que ve y lo que siente. Si mamá o papá no sonrien como de costumbre el niño lo nota.
No se bien cual es la edad correcta para transmitir o detallar tus sentimientos para que tus hijos conozcan la realidad de las cosas pero si sé que es muy importante que participen en todo.Mi hija de casi tres años ya me pregunta si me pasa algo, y cuando estoy enferma me dice "estoy contigo" y cosas asi,creo que desde que ya empiecen a dar estas señales de empatia con su entorno están listos para participar en más asuntos familiares.
No seamos indebidamente explicitos con detalles incompresibles o inadecuados para sus edades pero no pasa nada por decirle "mamá esta cansada", "mamá está un poco triste" o "mamá está malita". Es bueno que nuestros hijos conozcan que no somos robots y que a veces no estamos al cien por cien, para que sepan moderar su nivel de exigencias en el momento.
Estos pequeños detalles aumentan los lazos y contribuyen a la tranquilidad en el hogar disminuyendo la presión sobre los padres en momentos dificiles.