Dime con quien andas.

Publicado el 16 mayo 2012 por Bc

Foto Perfil.com

Las noticias sobre presuntas actitudes reñidas con lo que debiera ser el perfil público de un funcionario que ostenta el cargo de Vicepresidente de la República, se suceden sin solución de continuidad y numerosos adversarios políticos y también del mismo partido gobernante se preguntan cómo es que todavía el bien-aimé (Amado) sigue retozando por el mundo (ahora está en Bruselas) como si las acusaciones fueran dirigidas a su antecesor Julio Cleto. Los valores elementales de honestidad, responsabilidad, probidad para cargos de relevancia aparecen hoy no solo en este caso en particular, sino en varios en cualquiera de los tres poderes que conforman la vida institucional como la Moral de Tartufo, y solo bastará recorrer viejas publicaciones para lograr testimonio de lo antedicho. José Ingenieros al referirse al tema en su obra El Hombre mediocre decía que “La hipocresía es el arte de amordazar la dignidad; ella hace enmudecer los escrúpulos en los hombres incapaces de resistir la tentación del mal. Es falta de virtud para renunciar a éste y de coraje para asumir la responsabilidad. Es el guano que fecundiza los temperamentos vulgares, permitiéndoles prosperar en la mentira tal como esos árboles cuyo ramaje es más frondoso cuando crecen en inmediaciones de las ciénagas. Los hombres rebajados por la hipocresía viven sin ensueño, ocultando sus reales intenciones, enmascarando sus sentimientos detrás de una falsa sonrisa. Las corporaciones del poder del que eventualmente forman parte, mientras duren sus privilegios les protegen y defienden de todo tipo de acusaciones o denuncias, y el principio “Nadie es culpable hasta que no se demuestre lo contrario” adquiere más que la mera presunción el valor de cosa juzgada: Nadie es culpable. Tal vez por eso los juramentos de asunción al mejor estilo de Tartufo se hacen con la reserva: Si así no lo hiciere, que Dios y la Patria me lo demanden.                                   
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