La pérdida del hábito de lectura es un hecho. Aunque los estudios más recientes indican que más del 85% de los niños de entre 6 y 9 años lee en su tiempo libre, solo el 44% de los adolescentes de entre 15 y 18 años lee con frecuencia. Los datos son cada vez más bajos, y eso preocupa tanto a padres como a docentes como a la sociedad en general.
Este descenso se achaca principalmente a la llegada de los smartphones. El constante estímulo de los teléfonos móviles y los contenidos multimedia de internet, la filosofía del "aquí y ahora" y la búsqueda constante del entretenimiento chocan frontalmente con una práctica tan pausada como es la lectura de libros. Sin embargo, hay formas de estimular el hábito lector, y uno de los elementos clave para ellos son los profesores de lengua , y de matemáticas, y de inglés... Los profesores, en definitiva.
Los profesores son esenciales para inculcar la lectura
Generalmente, sobre todo en las asignaturas de lengua y de literatura, es habitual que se asignen como deberes las lecturas de diferentes obras literarias. Es un mecanismo muy tradicional, pero no el más acertado. Sí es cierto que existen grandes clásicos que deben conocerse, pero, para que realmente se pueda generar un hábito, una curiosidad por seguir leyendo y descubriendo más historias, es importante saber elegir y, sobre todo, enfocar la lectura como un pasatiempo en lugar de como una imposición.
Parece complicado por cómo se suelen estructurar los programas docentes y cómo estos enfocan la lectura, pero es la mejor manera de cambiar las estadísticas y generar una tendencia positiva. Los jóvenes tienen mentes despiertas, tienen curiosidad, quieren aprender, pero, sobre todo, quieren saber más sobre aquello que realmente les atrae. Quizá leer a grandes autores del siglo XIX no sea la mejor forma de hacer que quieran leer. Existen muchos autores modernos con historias contemporáneas que sí pueden despertar ese interés con mucha más facilidad.
Los padres también juegan un papel esencial
Buscar ese camino correcto de recomendaciones es algo que puede hacer que los profesores causen un genial hábito lector, aunque funciona todavía mejor si abordan la literatura de una forma más distendida, sin reproches y sin críticas por la pérdida del hábito. Tratar la lectura con naturalidad en las clases, hablar sobre autores, presentar algunos de los temas que abordan las obras modernas... Esa es la senda, esa es la enorme influencia que puede hacer que los jóvenes se interesen por leer.
Artículo de Marcos Gómez