Existen determinados momentos en la Historia en los que la situación mantenida durante un largo periodo cambia como consecuencia de una serie de factores que se vienen conformando desde tiempo atrás. Estos momentos de encrucijada, normalmente vinculados a una “crisis” (colapso del sistema anterior y aparición de uno nuevo), son determinantes para comprender la nueva situación que se esta produciendo. Una de estas grandes transformaciones se producirá en el siglo XI, cuando el expansionismo islámico decaiga y sean las fuerzas cristianas las que tomen la iniciativa.
Ya señalamos como la batalla de Poitiers (743) no supuso un freno a la expansión islámica por Occidente. Fueron las crisis internas las que permitieron a los francos expulsar a las tropas árabes más allá de los Pirineos y a los reinos cristianos peninsulares resistir los primeros envites y expandirse luego hacia el sur en esta fase inicial. No obstante, el proceso de recuperación política posterior en al-Ándalus, así como en otros territorios del Islam permitieron mantener un empuje constante contra territorios cristianos. La piratería sarracena amenazaba la mismísima Roma y en Oriente territorios de gran importancia estratégica, como es el caso de Creta, caían en manos musulmanas.
Pero en el siglo XI la situación cambia. El desarrollo de sociedades feudales, con una clara tendencia expansiva y una exaltación constante por los valores guerreros tiene mucho que ver en esta situación. Así mismo, los reinos cristianos se rearman ideológicamente. Frente a un Islam en el que el concepto de yihad ha perdido casi toda su fuerza, la idea de la existencia de auténticos soldados de Dios, del que acaba derivando en el concepto de cruzada es un proceso que se viene desarrollando desde tiempo atrás. El desarrollo de la caballería, con un equipamiento cada vez más desarrollado y un entrenamiento cada vez mayor entre aquellos que se dedican a estos menesteres; va a ser un elemento clave en el avance cristiano de la época.
La conquista de Sicilia por las tropas normandas y la destrucción de los puertos piratas del Mediterráneo occidental como Fraxinetum, llevan a que la amenaza naval sarracena decaiga. Solo la flota almorávide, con una de sus principales bases situada en Almería, parece ser capaz de contener, a duras penas, el avance de los normandos, los catalanes y las emergentes repúblicas italianas. Las rutas comerciales establecidas anteriormente decaen y se afianzan otras nuevas.
En la Península Ibérica una plaza tan importante como Toledo cae en manos cristianas, y la ya citada llegada de los almorávides a estas tierras, uniendo el norte de África y al-Ándalus y acabando con los reinos de Taifas, apenas logra parar su avance durante unos años.
El concepto de yihad defendido por estos "guerreros velados" choca con una sociedad que siente una profunda repugnancia por el uso de las armas. Pero pese a la decadencia militar y política del mundo musulmán, desgarrado ahora por numerosas querellas internas, nos encontramos ante una de las fases de máximo desarrollo cultural tanto en Oriente como en Occidente. Es ahora, en este siglo XI, el momento en el que figuras tan destacadas para la historia de la literatura universal como el célebre Ibn Hazm desarrollan su obra.
A finales de siglo, veremos como enormes hordas de cristianos se dirigen hacia los Santos Lugares bajo la creencia de que participan en una labor sagrada. Amplias transformaciones se estaban produciendo no sólo en el mapa político y la situación económica del Mediterráneo, sino que ciertas estructuras mentales, que habían comenzado a acuñarse tiempo atrás, estaban dando lugar a nuevas mentalidades colectivas. El mundo mediterráneo no volvería a ser igual...Mucho más en... http://selvadelolvido.blogspot.com/