Dinastía AqueménidaDinastía Aqueménida, familia que gobernó Persia aproximadamente desde el 550 hasta el 330 a.C. Aunque iniciada durante el siglo VII a.C. por Aquemenes (Hakhamanish), soberano menor del reino de Anzán, situado en el suroeste del actual Irán, el verdadero fundador de la dinastía fue su biz-biznieto Ciro II el Grande, creador del Imperio persa. En el apogeo de su poder, con Darío I el Grande, los Aqueménidas gobernaron en un imperio que se extendía desde el río Indo, al este, hasta Libia y Tracia, al oeste, y desde el golfo Pérsico, al sur, hasta el Cáucaso y el río Jaxartes (actual Sir Daria), al norte. Proporcionaron a Persia una magnífica administración basada en la división del Imperio en 20 provincias regidas por sátrapas, un extenso código legal, una moneda solvente y un servicio postal eficaz. Aunque eran seguidores de las doctrinas de Zoroastro, fueron tolerantes con otras religiones y durante su mandato se desarrollaron el arte y la arquitectura, como evidencian las magníficas ruinas de Persépolis. La dinastía acabó con la muerte de Darío III, que fue asesinado por sus propios hombres tras su derrota frente Alejandro Magno en el 334 a.C.
Dinastía AqueménidaDinastía Aqueménida, familia que gobernó Persia aproximadamente desde el 550 hasta el 330 a.C. Aunque iniciada durante el siglo VII a.C. por Aquemenes (Hakhamanish), soberano menor del reino de Anzán, situado en el suroeste del actual Irán, el verdadero fundador de la dinastía fue su biz-biznieto Ciro II el Grande, creador del Imperio persa. En el apogeo de su poder, con Darío I el Grande, los Aqueménidas gobernaron en un imperio que se extendía desde el río Indo, al este, hasta Libia y Tracia, al oeste, y desde el golfo Pérsico, al sur, hasta el Cáucaso y el río Jaxartes (actual Sir Daria), al norte. Proporcionaron a Persia una magnífica administración basada en la división del Imperio en 20 provincias regidas por sátrapas, un extenso código legal, una moneda solvente y un servicio postal eficaz. Aunque eran seguidores de las doctrinas de Zoroastro, fueron tolerantes con otras religiones y durante su mandato se desarrollaron el arte y la arquitectura, como evidencian las magníficas ruinas de Persépolis. La dinastía acabó con la muerte de Darío III, que fue asesinado por sus propios hombres tras su derrota frente Alejandro Magno en el 334 a.C.