Alfredo Pérez Rubalcaba promete aumentarle los impuestos a las grandes fortunas para crear puestos de trabajo. El problema es que no hay españoles con esas riquezas porque las depositan en las SICAV, que tributan el 1%.
Las Sociedades de Inversión de Capital Variable (SICAV) son un medio de colocación colectiva de los ricos que les permiten mover los capitales por los mercados como deseen.
Imaginemos que, por ejemplo, elevan la tributación de las SICAV al 3%, ya no al 20%. Enseguida veremos a los grandes capitales españoles entrar en un ordenador y aparecer en Luxemburgo, cercano paraíso financiero y fiscal socio de la UE.
Y es que, y más ahora, el dinero no tiene patria: pocos capitalistas invierten con sentido patriótico, pero el dinero español es uno de los más apátridas del mundo.
En Japón y EE.UU. las grandes fortunas multiplican ejemplarmente el orgullo nacional, pero en España la mayoría de los capitalistas, incluyendo los nacionalistas autonómicos y los que hacen propaganda separatista, huyen al exterior en cuanto les suben medio punto los impuestos.
Aparte de su tendencia natural a preservar sus propiedades, los ricos españoles ni siquiera saben cuál es su patria.
Y como el resto de los ciudadanos tampoco saben cuál es su Nación, porque es “un concepto discutido y discutible”, como dictaminó Rodríguez Zapatero.
Es lógico no ser patriota español. Está mal visto. A la Selección Española de fútbol ya le llaman solamente “la Roja” para no decir Española o Nacional.
El adjetivo del color de izquierdas ha eliminado los sustantivos.
Quizás porque fue tal la eclosión de españolismo que apareció con la Copa del Mundo que se decidió borrar todo signo de ese nacionalismo estatal, no regionalista.
Para el mundo autoproclamado progresista es fascista señalar como Española o Nacional a la Selección.
Y de un país así de desnortado, que no sabe quién es ni para qué está en este mundo es lógico que, primero, huya el dinero.
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SALAS