Kishi, que había debutado profesionalmente en la revista tres años antes, comenzó a publicar esta serie en el Shōnen Jump #51 (1988) y concluyó el último de sus doce episodios, cada uno dedicado a una especie, en el número #12 (1989). Ese último año fue compilado en tankōbon [2] y se han efectuado varias reediciones.
El primer episodio, “La vida de Caracortada” muestra el cruel mundo de una tiranosaurio que nos recuerda a nuestro amigo de la entrada anterior, Bloodfang, incluso en la cicatriz de la jeta. Tras una vida dura, Caracortada podrá morir tranquila después de ver eclosionar los huevos de sus hijos y dialogar con ellos.
“Chibi” [3], el segundo, narra las peripecias de un pterosaurio que hace su nido en la playa y disfruta del pescado que le ofrece el mar. El ataque de un elasmosaurio acaba con su familia. Chibi se salva gracias a su pequeño tamaño, que además le hace ligero y facilita el aprendizaje del vuelo.
El tercer episodio es compartido por “Trueno y Pecker”, un apatosaurio y un arqueopterix. Aquí, Kishi se separa de las tesis tradicionales sobre la vida lacustre de los saurópodos y parte de las nuevas tesis que los definen como animales terrestres. El alosaurio Bosu (“Jefe”) va diezmando a la manada de Trueno, al que se le introduce un parásito bajo la piel. Pecker le liberará de su molesto inquilino picoteándole.
“El cometa marino” es un inteligente pero revoltoso ictiosaurio que desobedece a su madre y se interna en las profundidades del océano siendo atacado por un plesiosaurio. La madre acude en su ayuda y lo paga con la vida. Al año, Kometto es atacado cerca de allí por una bandada de tiburones, pero recordando las corrientes que su madre le enseñó, les conduce a aguas poco profundas donde al bajar la marea sus enemigos quedarán varados.
En cambio, “Noro el despreocupado” es un estegosaurio con un cerebro muy pequeño. Un ceratosaurio deja huérfano a un huevo de la especie de Noro, que intentará defenderlo del ladrón de huevos Jōkā (Joker), el ornitholestes.
El paquicefalosaurio “Rock” pierde un combate de cabezazos con Voz, que le quita la chica y le echa de la manada. Rock vuelve por ella pero ésta le rechaza con un “Me gustan los chicos fuertes”. Así que Rock entrena hasta que consigue estar lo suficientemente en forma como para derrotar a su rival.
“Sangre junto al agua” está protagonizada por un dimetrodón del triásico llamado Buraddo. Un desprendimiento de rocas le daña la vela que le permitía controlar la temperatura y amenazar a sus enemigos y terminará costándole caro.
“Papá” anquilosaurio vive en el desierto donde aparece también un tarbosaurio, que correspondería realmente a otro hábitat (es asiático, mientras el anquilosaurio es norteamericano). Cuando el tarbosaurio ataca a una cría, To-chan le muestra la única zona de su cuerpo vulnerable, el vientre...
“Lo que vio el abuelo Keron” es una historia marina, con tortugas como archelon y ammonites, que están encantados de la desaparición de su enemigo natural, el tilosaurio, que ha decidido emigrar a otro lugar. Ante la falta de depredadores, se reproducen exponencialmente y pronto escasea la comida y terminan recurriendo al canibalismo... hasta que regresa el tilosaurio y se reestablece el orden natural. Paradójicamente, su mortal enemigo les libró de la extinción.
“Don, el héroe” es un triceratops que se enfrentará nada menos que a Tiranosaurus rex. Salva a su manada, aunque el precio será elevado.
La serie concluye con un doble episodio sobre la extinción, que ignora al meteorito asesino y se centra en la actividad volcánica, narrando la agonía de los dinosaurios a través de los ojos de King, el tiranosaurio.
Posteriormente, se publicaron un par de episodios adicionales dedicados al suchomimus y a un polluelo aviano atrapado en un nido de tiranosaurio.
Como hemos visto, Kyōryū Daikikō no es una serie documental al uso, pero las historias que narra exceden también el ámbito de la “epopeya dinosauriana”, en tanto forman parte de un plan estructurado cuyo objeto sería a transmitir al lector una idea general del Mesozoico. El leit-motiv que une a todos los personajes sería el que ya intuyera en su momento Alan Moore y que aquí resumen en “Come mientras vivas”.
PALEONOTES (by CarlosDino)
Ahora sí, en "El gran viaje de los dinosaurios" por fin podemos apreciar cómo, a grandes rasgos, la Dinosaur Renaissance ha llegado para quedarse en el cómic. A los comportamientos asociados a animales activos que ya habíamos visto en la entrada anterior se suma finalmente una actualización de los looks dinosaurianos, con colas erguidas y posiciones mucho más horizontales, con colas y cuellos que sirven para mantener el equilibrio (especialmente hermosas y actualizadas para la época son las portadas). Añadámosle que, puesto que nos centramos en cada cómic en un dinosaurio diferente, se reducen mucho los anacronismos, y cada dinosaurio protagonista convive, en general, con otros organismos de su misma época. Resulta curiosa la presencia de una vela de piel en la cresta de Parasaurolophus, ya que, aunque hoy en día esta hipótesis ha caído en desuso, sí solía proponerse en el pasado.
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[1] En 1980 tiraba tres millones de ejemplares semanales, en 1985 cuatro y en 1988 llega a los cinco millones de ejemplares.[2] 単行本 Tomo recopilatorio en papel de mayor calidad (y precio) y tiradas entre 300.000 y medio millón de ejemplares, llegando a veces a superar el millón (más reediciones). A diferencia de las revistas manga, que se tiran cual periódico tras ser leídas, los tankóbon son coleccionados.[3] El nombre del personaje significa en japonés “cuerpo pequeño”. El término se utiliza para referirse a las versiones paródicas de muchos cómics, infantilizando gráficamente (y psicológicamente) los personajes.