Tyrannosaurus rex (2016) nos presenta a Cobalto, un joven tiranosaurio que no tiene mucha suerte en su mañana de caza. Por el camino, se cruza a un par de acheroraptores que han matado a un joven edmontosaurio y, claro, el rey es el rey, así que se acerca a ellos y les pide amablemente “Por favor, dejadme ese hadrosáurido donde está y os vais yendo a buscar otra cosa si no queréis formar parte de mi dieta”. Bueno, en realidad no les dice nada, pero a buen entendedor... Después, el tiranosaurio decide ensayar sus maniobras cinegéticas en horario nocturno, por aquello de probar nuevas tácticas. Pero la simpatía de Rechlin por la criatura no tiene límites y pronto nos explica que, en realidad, Cobalto les está haciendo un favor a sus vecinos ya que “El depredador mata a los viejos, los enfermos y los débiles, respetando a los rebaños de herbívoros fuertes y sanos. Demasiados herbívoros diezmarían la vegetación. No habría suficientes plantas para mantener el aire limpio”. Vaya, que realmente estamos ante un “filosaurio” al que el resto de dinosaurios deberían erigir un monumento.
Jurassic (2017) ganó la medalla de plata de la revista Foreword Reviews a la mejor novela gráfica de ese año. En este caso, el protagonista es una cría de brontosaurio (al que la comunidad científica acababa de recuperar tras tantos años a la sombra de apatosaurio) y cuenta su viaje vital hasta que se convierte en un auténtico “lagarto del trueno”. Y no lo tiene fácil. Comienza extraviándose y sólo la intervención materna evita que sea víctima de un alosaurio. A continuación, el fragor de una pelea entre machos vuelve a separarle de su madre, resbala y cae al río, siendo arrastrado por la corriente... Pero la criatura no es tan desastre como parece y, antes de que su madre le encuentre, será capaz de enfrentarse solo a un grupo de pequeños ornitholestes.
En T.Rex Generations (2018) no tenemos uno sino cuatro jóvenes tiranosaurios, cuatro hermanos que no recibirán un nombre hasta que tenga lugar una cacería de edmontosaurios a modo de rito iniciático a la vida adulta, como si se tratase de indios norteamericanos. Por el camino les vemos aprender a sobrevivir, luchar contra otros animales (Rechlin no se regodea en la violencia, por lo que consigue mantener un perfil “para todos los públicos”), huir del peligro... y no todos lograrán llegar a adultos.
PALEONOTES (by CarlosDino)
Desde el punto de vista paleontológico, no hay absolutamente nada que se le pueda reprochar a estos cómics. Todo en ellos está perfectamente cuidado, siendo un fiel reflejo de lo que es el conocimiento científico actual: solo se muestran criaturas que vivieron en el mismo periodo de tiempo y lugar, los entornos son correctos, la anatomía perfecta... Los dinosaurios que veis aquí son los mismos que podréis ver en las piezas de paleoarte más actuales, siguiendo las modas vigentes(quién sabe cuánto de todo esto será considerado erróneo en el futuro): animales activos y ágiles pero robustos y musculosos, labios cubriendo los dientes en los carnívoros, crestas queratinosas en los tiranosaurios, etc. Todo está bien. Incluso se permite ir corrigiéndose a sí mismo en el tiempo, como es el caso de las plumas en Tyrannosaurus previamente mencionado.
No podemos decir más que chapó.
-----[1] En estas obras el cómic sólo es utilizado parcialmente y, a veces, la autora antropomorfiza a los dinosaurios.[2] Fuera ya del ámbito de esta serie, también ha editado Sharks: A 400 Million Year Journey (parte del mismo sí podría incluirse en “Dinocómics” en tanto que transcurre en el Mesozoico), la arriba mencionada Space Dinosaurs, el libro ilustrado Dino Babies o el libro para colorear Dinosaurs Live!
Recuerda, todos los cómics de dinosaurios están en "El Comicsaurio: La historia de los cómics de dinosaurios" editado por Applehead Team. Ya a la venta aquí