Dios como causa moral

Por Daniel Vicente Carrillo


Dios ha de ser algo muy extraño. Según dicen, a unos los hace mejores, a otros peores. La virtud, en cambio, hace a todos mejores, y el vicio peores a todos. Luego, Dios no es una causa virtuosa ni viciosa, sino indiferente. Por tanto, Dios no nos hace ni buenos ni malos, lo que se contradice con el primer aserto, al que tendremos por falso.
Si un cuerpo emite calor, calentará a lo que esté más frío y enfriará a lo que esté más caliente. Pero la virtud no es una especie de calor al que quepa superar, porque no hay nada más virtuoso que la virtud. Así, toda idea virtuosa participa de la virtud y es imposible que al mismo tiempo participe en el vicio. Por ello, la idea de Dios, si no es indiferente, o nos hace más buenos o nos hace más malos.
Esto nos plantea un dilema muy agudo: Si Dios es moralmente indiferente, no hay motivo para combatirlo; si es moralmente bueno, no hay excusa para no amarlo; si es moralmente malo, no hay razón para tolerarlo.