WENCESLAO CALVO
Que Dios permita la existencia del mal es una de las grandes dificultades con la que nos encontramos al tratar de defender su existencia, poder y justicia. Porque la disyuntiva que se plantea es que si Dios existe y es justo y poderoso, pero al mismo tiempo también el mal existe, es que o él no es totalmente poderoso, ya que no acaba con el mal, o no es totalmente justo, ya que ¿cómo puede alguien justo soportar que la maldad siga imperando?.
Claro que la conclusión pudiera ser que en verdad no es que no sea ni poderoso ni justo, sino que ni siquiera exista y que se trate solo de una palabra hueca, Dios, que los hombres nos hemos inventado.
Esta coexistencia del bien, que es Dios en su grado supremo, con el mal en el mundo es lo que va a suscitar una y otra vez interrogantes incluso en los corazones de personas temerosas de Dios, estando la Biblia salpicada aquí y allá de estos casos. Ya vimos que Habacuc fue uno de ellos, cuando a bocajarro le hace a Dios, nada más comenzar su libro, las dos preguntas clásicas: ¿Hasta cuándo? y ¿Por qué?
Puede leer aquí el artículo completo de este conferenciante, predicador y pastor en una iglesia de Madrid de fe protestante titulado Dios ¿cómplice del mal? La perplejidad de Habacuc