Dios en Avicena

Por Daniel Vicente Carrillo

Avicena argumenta de este modo a favor de la existencia de Dios, entendido como ser necesario, inespacial e intemporal:
Def. 1: Lo necesario existe por sí mismo siempre.
Def. 2: Lo contingente no existe por sí mismo.
Prop. 1: Todo ser contingente, si existe, es un ser causado.
Prop. 2: No puede haber para cada ser contingente infinitas causas contingentes.
Se demuestra:
1. Las infinitas causas de lo contingente existen sucesivamente o simultáneamente.
1.1. Si las infinitas causas de lo contingente existen sucesivamente, ninguna de ellas existirá siempre, por lo que ninguna de ellas será necesaria (por la Def. 1).
1.1.1. Si lo contingente es siempre causa de lo contingente, sin que medie causa necesaria, entonces lo contingente existe por sí mismo siempre, lo que es imposible (por la Def. 2).
1.2. Si las infinitas causas de lo contingente existen de un modo simultáneo, es preciso que la totalidad sea necesaria o contingente.
1.2.1. Si la totalidad de infinitas causas de lo contingente es necesaria, siendo así que cada una de las causas que la componen es contingente, deberá concluirse que el ser necesario estaría constituido por seres contingentes, lo que es contradictorio.
1.2.2. Si la totalidad de infinitas causas de lo contingente es contingente, requerirá para existir de algo intrínseco o extrínseco a ella que le dé la existencia (por la Prop. 1).
1.2.2.1. Si es algo intrínseco a la totalidad de infinitas causas de lo contingente, se sigue que el ser contingente está compuesto por al menos un elemento necesario, lo que es contradictorio.
1.2.2.2. Si es algo extrínseco a la totalidad de infinitas causas de lo contingente, no es una causa contingente, ya que todas las causas contingentes existen en dicho conjunto y no puede existir ninguna fuera de él. Ahora bien, si no es una causa contingente, debe ser una causa necesaria, y si no está en el conjunto de las causas contingentes (que existen en el espacio y en el tiempo) deberá ser una causa inespacial e intemporal.
Por tanto, cada ser contingente tiene una causa necesaria, inespacial e intemporal, ya que no puede haber para él infinitas causas contingentes.