Felipe González, que a pesar de sus muchos abusos y errores sigue siendo el representante del socialismo español que olía a democracia, llama a Sánchez "mercenario", un calificativo suave y escaso para lo que merece el tirano, ahora huído a la India para escapar de las tormentas judiciales y de la indignación ciudadana que lo azotan en España.
Su esposa Begoña ha sido imputada por nuevos presuntos delitos, mientras el matrimonio de "los Ceaucescu españoles" disfrutaba de unas inmerecidas vacaciones en la India.
La fechorías de Sánchez son tan abundantes como sus mentiras y traiciones a España. La última ha sido controlar con un decretazo a la policía judicial, que en todas las democracias del mundo está bajo jurisdicción de la Justicia, pero que Sánchez quiere nombrar directamente, desde el gobierno bastardo que preside, para evitar que le investiguen a él y a sus cómplices.
A partir de ahora, si la Guardia Civil, por orden judicial, tiene que investigar a la inquietante y sospechosa Begoña Gómez, será su marido, Pedro Sánchez, quien designe al equipo investigador.
Por soportar sin rebelarnos suciedades tan obscenas como ésta, quizás merezcamos la DANA que nos azota, destroza y mata.
Los abusos de poder, los indultos a delincuentes, la protección de los ocupas, el desprecio a las empresas, el endeudamiento suicida, el despilfarro, los impuestos abusivos, el cambio de leyes para proteger a los corruptos, las amnistías inmorales, la liberación de terroristas condenados y decenas de otros abusos, arbitrariedades y suciedades pueden quedar impunes porque Sánchez quiere ser dictador y el miserable pueblo español se lo permite.
Quizás por esa cobardía española, tan famosa hoy en el mundo como lo fueron nuestra valentía y arrojo en el pasado, es la que está impulsando a los cielos a castigar a España con el peor gobierno y las peores tormentas y borrascas destructivas.
Basta echar una mirada objetiva al presente para descubrir que entre Pedro Sánchez y las DANAS, borrascas, sequías, invasiones ilegales, políticos corruptos y delincuencia desatada están asesinando a este hermoso país, al que los cobardes españoles no sabemos defender de la chusma corrompida que lo somete y acuchilla.
Francisco Rubiales