Diputación: Cien días de desgracia taurina

Por Malagatoro

Diputación: cien días de desgracia taurina

Artículo de Juan Ortega, publicado en Ymalaga.com

Es cortesía habitual conceder cien días de gracia a cualquier estructura de gobierno recién elegida y no ha de ser menos la Diputación Provincial en lo referido a los toros, a los que está vinculada como propietaria de La Malagueta. La herencia es llorosa: una empresa en guerra interna cuyo máximo accionista acaba de anunciar que no pedirá prórroga, a la vez que reconocía estar a un paso de la quiebra (¿a medio del proceso concursal?), unos carteles que no auguran un éxito económico de carácter balsámico y una serie de incumplimientos de contrato con problemas en lo económico y desastre en lo social.

Es evidente la perentoriedad del golpe de timón y se ha preparado un fuerte equipo taurino, con Jacobo Florido como diputado, Miguel Sánchez con la función principal de dirigir el museo, Antonio Roche, asesor presidencial en el ámbito taurino, y Enrique Moya, expresidente de la plaza, como no se sabe bien qué y ya explicarán para qué. José Luis Gálvez, funcionario de carrera, será el apoyo de los eventuales, como hasta ahora.

El 23 de septiembre acaba el período. Pero de aquí a ese día se habrá de trabajar para acordar la prórroga o la resolución del contrato, con anterioridad a su fecha de terminación, el 31 de octubre de 2011. Si no hay prórroga, será necesario elaborar un nuevo pliego y aquí te quiero ver, escopeta: tipo de contrato, duración, canon, financiación de la escuela...

Si se continúa arrendando la gestión, he de decir que ningún empresario me ofrece garantías. Para ampliación de este punto de vista véase la pésima feria que los Chopera han organizado en San Sebastián o las habituales gracias de los Choperitas en Madrid. Dicho lo cual, menos confianza todavía me merecen los paracaidistas que, además, no tienen ni idea del mundo de los toros.

Por lo tanto, habría que elegir un profesional de los de siempre para que nos tomara el pelo, como siempre, pero, al menos, sin dar tirones.

El canon habrá de ser mucho menor a fin de que se pueda mantener el precio de las entradas o de que la subida sea razonable: no nos engañemos, si La Malagueta mantiene un aforo de alrededor de 70 millones de pesetas,  no habrá suficiente para pagar toros y toreros de postín.

También se debe prolongar la actual escuela taurina cuyos rectores están cumpliendo de manera ejemplar, mientras otros incumplen también de manera ejemplar. ¿Se puede seguir vinculando la escuela al contrato de explotación?

¿Y la propaganda? La Diputación se ha venido reservando 800 entradas para llevar ancianos y gente de los pueblos. Loable actividad, fallidamente electoralista, que pesa sobre los riñones de la empresa, que no puede sacar a la venta estas localidades ni tampoco las del palquillo de los veinte, reservado para compromisos de la entidad, ni, por supuesto, los abonos que, desde tiempo inmemorial, figuran en el convenio colectivo de los funcionarios.

Otra cosa es la plaza en sí, en la que se llevan gastados, o enterrados, muchos millones. Hace falta un plan director que prevea las tareas de conservación y las priorice, no un apagafuegos evita ruinas ni un semillero de ocurrencias y genialidades  arquitectónicas.

En ese sentido, la plaza es un Bien de Interés Cultural. Estupendo: traducido, eso quiere decir que ningún diputado, como ya los ha habido, pueda tener la iluminación de convertirla en aparcamiento. Menos mal. Pero también quiere decir que no se puede tocar nada o casi nada.

No importa que, desde 1876, el yogur haya hecho aumentar la talla media del malagueño, que se piense ahora que las barandillas y escaleras son necesarias para evitar gatear a los ancianos, que los ocupantes de las plantas altas también tienen derecho a servicios próximos, que debe haber un tiempo máximo de desalojo... En definitiva que es absurdo que un ciudadano pague 70€ por una localidad y tenga que añadir 2€ más por una almohadilla a fin de sentarse en una piedra caliente con las rodillas del prójimo clavadas en la espalda. Ya se han hecho muchas obras en este sentido y se ha sacrificado espacio, pero hace falta más.

Mientras, desde 1940 para acá, en fútbol se abandonaron los históricos y románticos Baños del Carmen y La Rosaleda ha sufrido tres remodelaciones parciales y una reedificación total. Esta última, con cargo institucional y sin canon, con firma de arquitecto, mérito y personalidad, sentenciada a la piqueta y esperemos que felizmente sustituida por el Qatar Estadio. Vamos, que nos es BIC, pero que si lo fuera...

Sólo una ambiciosa ampliación podría añadir público, comodidad, seguridad y servicios para la ciudad, pues la plaza debería utilizarse más que para abrirla sólo quince días cada año.

Prolongar la actual situación significa ver toros en un museo. Al fin y al cabo, Nîmes y Arles utilizan circos romanos así que... Y los tiempos no están para gollerías. Todo eso, con un agosto complicado de público y reglamento.

Cien días de gracia nunca han dado para tanto trabajo, de lidia inmediata y de diseño de futuro. De la quiebra a la gloria. El trabajo es una maldición bíblica.