POR RAFAEL MENDEZ (Una tesis)
El gobernó de los 12 años del doctor Joaquín Balaguer (1966-1978) constituyó una dictadura ilustrada, criminal y corrupta, con escasos niveles de disensión, a riesgo de la vida de quien haga uso de esa prerrogativa ciudadana, donde la represión y persecución política, las muertes selectivas, el exilio y las cárceles llenas de presos políticos eran el pan nuestro de cada día. Fue un gobierno impuesto por la fuerza interventora que mancillo nuestra patria. Es la vuelta al poder del “trujillismo continuista disfrazado de reformismo de Joaquín Balaguer”.
Sostenido en la asesoría de la Misión Militar Norteamericana; en los cabecillas de los cuerpos militares y civiles más represivos, criminales y de persecución política de Trujillo; en los jefes militares que le sirvieron de soporte a la intervención militar yanquis del 1965, entre los que se destacan los oficiales pilotos que masacraron al pueblo en el Puente Duarte y que luego fueron altos jefes militares. En fin: Balaguer gobernó con mano dura apoyado en el aparato político, civil-militar, criminal y corrupto, intacto, heredado de la dictadura.
Huelga referir por su nombre los personeros rehabilitados, reiterativo de su lealtad al pasado trujillista, que en el gobiernos de los 12 años llegaron a ocupar importantes puestos en el tren administrativo del Estado, en el alto mando militar, en organismos de seguridad y en altas misiones naciones y en el extranjero, sin que nunca se hiciera saber de su presencia en el país o cumpliendo encargos fuera en otras naciones, ya que muchos de ellos se habían exiliado a la caída de la dictadura, pero que tenían puerta libre para su regreso.
A su arribo al poder, el presidente Balaguer, encuentra su caldo de cultivo y soporte en los cinco grupos de militares activos que existían en los organismos armados, y “como no tenía el carisma personal ni la fuerza bruta para obligar a las Fuerzas Armadas a que le obedecieran, necesitaba ingeniar una técnica diferente para doblegar al cuerpo de oficiales”… y de ahí “el miedo principal para ejercer su autoridad fue incitar a los individuos y a los diferentes facciones a pelear entre sí, restándole de esa manera a cualquier persona, o grupo, la fuerza para enfréntensele”.
Sin embargo, la principal arma que utilizo Balaguer para comprar lealtades fue la corrupción y la represión política, que en los años de mayor arreciamiento del acoso, chantaje , amenaza y “ofertas “de todo tipo se le denomino la estrategia de “golpear arriba y corromper abajo”, con lo que doblegaba, muchos veces por miedo a opositores al régimen, aunque para el caso de los militares se dice que “manipulaba con saña” a los dos principales líderes militares que existían en las Fuerzas Armadas.
En su libro sobre Balaguer y los Militares Dominicanos, Brian J. Bosch asegura que “desde sus inicios Balaguer comprendió que en las diferentes camarillas había dos líderes que sobresalían por su mayor poder y por la intensidad con que se despreciaban entre sí. Uno era Neit Nivar Seijas del ex Grupo de San Cristóbal y el otro Enrique Pérez y Pérez, heredero nominal del Grupo de San Isidro. Era evidente para el nuevo presidente que tenía mucho que ganar si mantenía a estos dos oficiales y a sus seguidores en perpetua guerra entre sí”.
El autor es periodista y diputado de la República Dominicana, en representación de la Provincia Bahoruco. Editado en Neiba, Cabecera de la Provincia Bahoruco, República Dominicana. Contacto: herasmeinteractivo@gmail.com