Dirección de escena: estructura y significado de la obra

Por Fuensanta

Dirección de escena: Estructura y significado

En las obras dramáticas existe siempre una interacción entre forma y contenido, especialmente en los matices y relieve de los significados y en el énfasis. Según su construcción, puede ser una obra en la que el movimiento y la acción predominen, en cuyo caso el director se limitará a controlar y organizar el movimiento y precisar la mímica. En otros casos, habrá poca acción y pocos sucesos; el argumento será simple en su aspecto exterior, pero entonces el director tendrá que descubrir los aspectos psicológicos y dirigir los matices de interpretación y expresión.

Estructura básica: división en actos

Los conocimientos que el director adquiera acerca de la estructura de la obra deberá compartirlos con los actores, pues cuanto más entiendan esta estructura más inteligente y adecuada será su interpretación. El actor debe ver su personaje desde tres puntos de vista distintos: al principio, el personaje total, de acuerdo con su lugar en el conjunto de la obra; después en relación a los grandes bloques compositivos, actos y escenas; finalmente en la perspectiva reducida de las escenas en que aparece.

Generalmente las obras se dividen en actos, que son los puntos de interrupción lógica de la historia. Son fases homogéneas del desarrollo de la acción que llevan a los personajes hasta un punto muerto, crítico o culminante. Estas fases miden la acción dramática según los cambios que se introducen en cada acto y la tensión que se crea respecto a la emoción de las situaciones. Un acto continúa hasta la introducción de un cambio en la situación o hasta un momento de emoción culminante. Cada uno de los actos tendrá su propia acción e incluso su propio tema. Henrik Ibsen, por ejemplo, tenía costumbre de titular cada acto de sus obras, una costumbre que marcaba el tema principal de cada uno de ellos. El director puede hacerlo también, si el dramaturgo no lo ha proporcionado, de modo que pueda ayudar a los actores para no dejarse dominar por los detalles excesivos y concretos de cada escena y acto, lo que fragmenta el significado de la obra. La visión general del tema ayuda a tener conciencia de las relaciones entre personajes, sus objetivos, los bloques básicos del argumento. La ejecución técnica perfecta de una determinada escena tiene poca importancia si no está bien relacionada con el asunto principal y el tema de todo el acto.

Los actos son la estructura básica. Se llama estructura a los episodios empleados para contar la historia y su secuanciación ordenada. La intriga o argumento puede ser lineal, es decir, los sucesos ocurren en la misma secuencia lógica de causa y efecto. Es la más simple de las fórmulas teatrales: principio, medio y final, generalmente en tres actos. El mismo orden se aplica cuando la obra tiene cinco actos, con una división más en el comienzo y en el final. El comienzo presenta el conflicto, los personajes, la situación, y da paso a lo siguiente, comenzando la alteración de la situación inicial. En el medio viene la consumación, la continuación del cambio en la situación primera; la acción es cada vez más tensa hasta la culminación central, que impide el regreso a los inicios, la crisis irreversible. El final representa las consecuencias, cuando la situación ha sido llevada al extremo y los personajes tienen que ajustarse a la nueva situación. El fin, o catástrofe, es el resultado final del punto culminante o clímax, en el cual encontramos ya a los personajes en las nuevas relaciones, que nada tienen que ver con las originales o han alcanzado un grado máximo de identidad.

Sin embargo, hay también obras que no siguen este esquema lineal en el tiempo ni en la lógica de la causa y el efecto. La acción puede comenzar por el final o en medio de la acción, retroceder y avanzar en el tiempo. A esta estructura se le llama algebraica, en oposición a la estructura lineal.

El rey se muere. Ionesco. Teatro Mária Guerrero. 1964

Elementos de la obra

Cada obra tiene su propia estructura, única y diferente, su propio punto de partida y su disposición particular del tiempo. Casi todas ellas encierran elementos conflictivos y de culminación. Es importante que el director de escena reconozca esos elementos y pueda explicárselos claramente a los actores. Los elementos fundamentales son los siguientes:

  1. Materiales de introducción que explican quiénes son los personajes y lo que pretenden.

  2. Momentos de cambio que desintegran la situación original con efecto visible sobre los personajes.

  3. Momento crucial en que el cambio de situación se vuelve irreversible.

  4. Conclusión que solucione o no el problema de la obra, que resuelva las dificultades y señalen el punto de vista del autor sobre el asunto, si se ha vertido en la obra.

A pesar de que existen abundantes excepciones a la regla, el conflicto y choque de personalidades son la esencia de la forma teatral, y este conflicto puede ir desde el enfrentamiento violento, incluso físico, hasta las diferencias de opiniones y actitudes. Las fuerzas en conflicto pueden formarse primero y ponerse en movimiento a continuación, de modo que los temas en disputa se deciden en el punto de encuentro o colisión, que es el momento de más alta tensión dramática. En la culminación se prepara la nueva situación que surgirá después; en el desenlace se afloja la tensión para que el auditorio se prepare para el crescendo final, tras el cual la tensión desaparece.

La mayoría de las obras avanzan con momentos de tensión alternados con momentos de alivio, en gradaciones ascendentes y descendentes. La energía que hace avanzar la acción puede ser psicológica, emocional o física, pero sea la que sea su naturaleza, representa un proceso ascendente de presión que conduce a una explosión inevitable, seguida de la disipación de esa energía. El punto máximo es la culminación o crisis. El director tendrá que aislar los picos de tensión de cada escena en relación a la tensión total de la obra. En cada escena puede haber más de un momento culminante; las cimas y valles de la estructura de una obra son la guía del director para ajustar el ritmo, la vocalización, los movimientos y su velocidad. De ese trabajo resulta un matizado fino y la diversidad. Estos movimientos de tensión tienen relación con el tema central, pues la auténtica finalidad de la intriga es presentar, confirmar o refutar, revelar una idea.

Funciones del director

Las funciones del director en esta fase de su trabajo serán:

  1. Analizar el argumento.

  2. Identificar las funciones de cada acto.

  3. Establecer las relaciones entre cada acto y el plan general de la obra.

  4. Aislar los valores teatrales específicos.

  5. Extraer las conclusiones de la obra considerada en su totalidad.