“Los que tienen películas distribuidas en Brasil son hombres blancos ricos heterosexuales, mientras que otra gente no tiene esa oportunidad”, opina Sabrina Fidalgo, directora y guionista brasileña, en ‘Entrevista’, de RT. ¿Cómo luchan las realizadoras y actrices brasileñas contra las películas filmadas por hombres que erotizan el cuerpo de la mujer? ¿Por qué en las películas brasileñas de los últimos años casi no hay actores negros, indígenas o mestizos?
La directora y guionista brasileña Sabrina Fidalgo está considerada como una de las figuras más influyentes del país en esta industria. Ahora se encuentra inmersa en una trilogía sobre el carnaval de la que sus dos primeras partes ya han visto la luz y han recorrido certámenes de todo el mundo.
Fidalgo habla sobre la lucha social que mantienen los afrodescendientes para conseguir espacios dentro del séptimo arte, en un país donde el sector audiovisual es muy potente, con una de las mayores emisoras de televisión y una industria cinematográfica con una gran tradición desde los años sesenta.
Esta realizadora se formó en Alemania, adonde emigró con 19 años en un principio para estudiar alemán y después a estudiar cine en Munich, por lo que sus primeros cortos fueron rodados en ese país europeo. Después de siete años, volvió a Brasil y abrió con su madre “una productora independiente, de cine, chiquita”, cuenta la entrevistada, y desde entonces produce sus proyectos en su país natal en coproducción en muchas ocasiones con otras productoras más grandes.
“Los jóvenes, los negros, las mujeres, no tienen oportunidad de tener sus películas como los otros. Lo que pasa es que es un sistema muy, muy malo, democráticamente no funciona”
El proceso para sacar adelante una película en Brasil es complicado. “Tienes que tener una productora, hacer toda la burocracia para que puedas tener un proyecto aprobado en la Agencia Nacional de Cine y tienes que tener alguna experiencia para que aporte dinero en tu proyecto. Es decir, solo los grandes lo consiguen siempre, porque los pequeños nunca tienen el currículo que ellos quieren”, explica Fidalgo.
Así, “los que tienen películas distribuidas son hombres blancos, ricos, heterosexuales, los de siempre, el patriarcado“, dice la guionista, mientras que “los jóvenes, los negros, las mujeres, no tienen oportunidad de tener sus películas como los otros”. “Lo que pasa es que es un sistema muy, muy malo, democráticamente no funciona”, sostiene.
Una industria parada
Según Fidalgo, la Agencia Nacional comenzó a funcionar bien con el Gobierno de Lula, que duró ocho años. Sin embargo, opina que a pesar de que no hay corrupción sí existe “una mala estructura, una mala organización“, que se traduce en “privilegiar a los privilegiados de siempre, que son los hombres ricos blancos de Brasil y que producen también películas retratando solo una parte de la sociedad”.
Además, eso se refleja en el resultado: “Si ves las películas brasileñas de los últimos años tienes la impresión de que son películas suecas o europeas, pero nada que parezca Brasil, porque no hay actores negros, indígenas, mestizos…”, cuenta.
“Si ves las películas brasileñas de los últimos años tienes la impresión de que son películas suecas o europeas, pero nada que parezca Brasil, porque no hay actores negros, indígenas, mestizos”
Asimismo, la cineasta mantiene que “Bolsonaro está destrozando todo” y que “la Agencia Nacional del Cine ahora mismo no funciona”, dándose la circunstancia de que “los productores que están esperando dinero para hacer sus producciones hace más de un año que están parados y muchas productoras cerraron sus puertas porque no hay plata”.
Derecho a contar sus propias historias
“Ahora mismo nosotros queremos tener el derecho de contar nuestras historias”, defiende Fidalgo, que pone el ejemplo de la aclamada película ‘Ciudad de Dios’, cuyos directores son “una pareja blanca, rica, de Sao Paulo”, por lo que reivindica que los directores negros tengan la oportunidad de realizar sus películas “con la misma producción, con la misma plata”.
Según cuenta esta directora, se está produciendo un movimiento de directores, guionistas, productores y actores negros brasileños en este sentido, que además pretende salir del “estereotipo de favela, violencia, pobreza e hipersexualización de los cuerpos de las mujeres negras”, en una reivindicación “contra la propia industria brasileña”.
Pretenden aportar otra mirada, “una mirada con propósito, no es una mirada estereotipada, no es una mirada de alguien que no tiene conocimiento, que no convive con la gente”, relata. En este sentido, cuenta que a pesar de que Brasil es famoso por la mezcla, por ser un país multicultural, en realidad no es así, “hay un ‘apartheid’ social y racial en Brasil”.
“Es algo que se nota, porque la gente blanca no convive con la gente negra, y cuando convive, convive en una situación dispar, son chicas limpiando la casa, cuidando de los niños, no es de igual a igual“, explica la entrevistada, y añade que las películas realizadas por personas blancas siempre reproducen la idea de inferioridad y estereotipada de la gente negra.
La hipersexualización de la mujer
Partiendo de la base de que “históricamente las mujeres nunca tuvieron la misma oportunidad que los hombres en el cine, las directoras fueron borradas de la historia del cine y muchas directoras no tienen los mismos recursos”, Fidalgo señala que actualmente el principal problema de la mujer en el mundo del cine “es que la figura femenina en el audiovisual brasileño está siempre erotizada, hipersexualizada, siempre sufre la mirada machista, como si fuera un objeto sexual, nunca es la protagonista absoluta de su historia”.
“Vivimos bajo un Gobierno racista, machista, homofóbico, o sea, un Gobierno nazi-fascista en Brasil”
Así, la directora sostiene que las mujeres tienen muchas historias que contar y que solo ellas tienen el derecho de contar sus historias “con propiedad”.
A este respecto, las mujeres están actualmente promoviendo muchos movimientos en el cine, como ‘Manifesta’, que es un movimiento de las realizadoras y actrices brasileñas contra las películas de hombres que erotizan el cuerpo de la mujer, aunque la cineasta apunta que hay muchos otros.
También relaciona la efervescencia de este momento en el sector de la cultura con la llegada de Bolsonaro al Gobierno: “Vivimos casi en una dictadura ahora mismo y en estos momentos la gente crea fuerzas para hacer más cosas”, dice. “Vivimos bajo un Gobierno racista, machista, homofóbico, o sea, un Gobierno nazi-fascista en Brasil, ahora mismo”, afirma con contundencia.
Para conocer todas las reflexiones de esta cineasta sobre la situación de la industria cinematográfica en Brasil, les invitamos a ver la entrevista completa.
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