Una de las oportunidades que se nos pueden plantear en unos años, y hablo de posibilidades reales, es un traslado a otro país por tres años.
Esto, que en circunstancias normales no habría requerido de ninguna meditación, ya que nos hubiéramos lanzado de cabeza, cuando existe un niño con necesidades en casa hay que valorarlo. Y mucho.
Ya nos lo planteamos en su momento y decidimos que no. Que todavía no. Pero en unos años la decisión deberá también contemplar a sus otros hermanos y a la maravillosa oportunidad de aprendizaje y experiencia que les puede suponer.
Eso no quita los miedos que te genera la adaptación, o falta de adaptación de #Eldecasi9, con todas sus limitaciones y problemas. El idioma es una barrera que, mientras en el caso de los pequeños no nos preocupa lo más mínimo, sí lo hace y mucho con el mayor.
Llegados a este punto decidimos valorar el tema del bilingüismo o aprendizaje en niños con discapacidad y la conclusión es
¿Puede un niño con necesidades educativas especiales llegar a aprender un segundo idioma? La respuesta es SÍ.
Por norma general se suele creer que la competencia de aprendizaje de un idioma y la discapacidad están reñidas. Es habitual escuchar frases del tipo:
"si no entiende completamente su lengua materna, ¿cómo va a aprender un segundo idioma?"
"tiene dificultades de lenguaje, una segunda lengua va a retrasar más la adquisición correcta de la primera"
"no tiene lenguaje oral, no sé de qué manera podremos enseñarle y saber si ha aprendido"
Un niño con diversidad funcional puede llegar a aprender otro idioma, pero este logro dependerá del tipo de discapacidad, del entorno, la aptitud individual para hablar y entender, la forma de instrucción y aprendizaje, así como la motivación y su actitud.
Además, hay que tener en cuenta que l os tiempos necesarios serán mayores y que la consideración del concepto bilingüismo deberá entenderse como un contínuo flexible en el que factores como la comprensión y la producción serán variables. Es decir, que habrá casos en los que con un aprendizaje más limitado, siempre respecto a la "norma", sea una gran conquista según la capacidad del niño.
Respecto a la discapacidad intelectual, que es la más limitante, no hay estudios concretos que determinen a partir de qué grado es inviable la adquisición de una segunda lengua.
En los grados leves, en principio con las adaptaciones curriculares y adaptaciones necesarias no debería haber ningún problema si se dan los requisitos, el ambiente y la voluntariedad.
En caso de grados moderados o severos, suele recomendarse esperar al final de la adolescencia para comenzar un programa de estas características, ya que el aprendizaje del primer lenguaje ya de por sí es costoso y dificultoso. Pero claro, las diferencias individuales son las protagonistas en estos casos.
No obstante, hay situaciones en las que la propia realidad del niño requieren de una inmersión, independientemente de sus características: que los padres sean bilingües, que tenga que residir en un país cuya lengua no sea la suya materna, etc.
Esa capacidad cognitiva deberá ser clave para las evaluaciones previas al diseño del programa de aprendizaje, pero no el único factor como he comentando.
Hay que tener en cuenta, además, que el bilingüismo no es un factor que, por sí mismo, implique retraso en la adquisición del lenguaje, sino que puede resultar "aditivo", que sume, en lugar de restar, beneficiándose siempre y cuando se atienda a sus necesidades específicas.No afecta al aprendizaje y consolidación de la primera lengua. No lo hace. Ojo con eso.
Normalmente el proceder ante un niño con estas dificultades es el de NO escolarizarles en modelo bilingüe, para no incrementar más los problemas de aprendizaje que pueda tener con su primera lengua: "con la que tiene encima, como para meterle en una clase con el 50% del horario en inglés, no se va a enterar de nada".
Pero no todo pasa por ir a un colegio de estas características, ¿verdad? Si entendemos el poder de enriquecimiento que puede suponer para nuestros hijos, se puede conseguir que comprendan en la medida de sus capacidades, aunque no tengan lenguaje oral, y eso también es bilingüismo. Esto es importante, porque la comprensión siempre es anterior y mayor que la producción, es decir, que el lenguaje hablado.
Desde casa podemos hacer, y mucho, para ayudar a nuestros peques. Al igual que motivamos a los niños sin alteraciones, podemos facilitar el camino:
-Si somos bilingües o con una buena competencia oral, hablándoles. Eso no tiene discusión. Mi padre hablaba alemán casi a la perfección y jamás lo utilizó con nosotros, perdiendo una oportunidad de oro...
-Aprovechando la posibilidad de ver los dibujos, series preferidas, películas... en versión original. Para que no resulte tan arduo, les podemos poner el mismo capítulo tres o cuatro veces en su lengua materna y a partir de ahí siempre en la lengua a introducir. Si les acompañamos, mejor, para explicarles y ser partícipes con ellos. Ya verás qué risa cuando te sepas el mismo capítulo de la Patrulla Canina en español de memoria y comiences a cantar la cover de The Paw Patrol sin niños por medio. Doy fe.
-Utilizando los dispositivos móviles. Hay juegos interactivos e intuitivos adaptados, infantiles, que pueden aprender a manejar de manera muy sencillita y les puede servir para aumentar vocabulario.
-Adaptando los sistemas aumentatvos y alternantivos de comunicación.
-Utilizando los Bits de estimulación temprana en inglés (u otro idioma)
Este punto es una debilidad para mí, porque, parte del programa de estimulación de mi hijo ha rondado siempre alrededor del programa de Inteligencia compuesto por bits, primero en blanco y negro cuando era bebé y trabajábamos la percepción, después de imágenes simples, luego dimos paso al conocimiento enciclopédico, la lectura, los cuentos y las matemáticas.
Se trata de tarjetas con unidades de información visual acompañada de un estímulo auditivo. Favorecen, entre otros, el desarrollo del lenguaje y de la memoria. Contienen una imagen que se muestra al niño al tiempo que se dice el nombre de la misma.
Estos bits deben reunir ciertas características:
- Cada tarjeta debe contener una sola imagen.
- El dibujo o fotografía ha de ser sencillo y con pocos detalles.
- Ha de tener un tamaño lo suficientemente grande como para captar la atención del niño.
- Es importante que las imágenes estén relacionadas con su entorno inmediato.
- Esta actividad se debe plantear como una actividad rápida y divertida, creando cierta expectación para motivar su interés.
- Se organizan en categorías, como por ejemplo los medios de transporte, los números, los colores o los instrumentos musicales.