El emprendimiento había nacido como un comercio tradicional pero se transformó en solidario ya que, según informó el dueño, tomó empleados con discapacidades “para demostrarle a la sociedad que cuando se dan oportunidades, capacitación, ergonomía laboral -que es adecuar el puesto de trabajo y las herramientas para que la incapacidad no interfiera en la eficiencia en una tarea- todos son buenos trabajadores y emprendedores”.
La pancheria tiene un 70 por ciento de empleados con discapacidad y el 30 por ciento restante es familiar directo o convive con uno de ellos, para asegurar así que el sueldo llegue a estos grupos familiares.
Mazcycyn, quien a los 16 años perdió sus brazos y quedó disminuido visualmente a causa de un accidente en la vía pública aseguró: “Mi negocio parece una panchería pero es un taller gratuito para capacitación e inserción laboral. No quiero empleados eternos, sino gente capaz de hacer su emprendimiento”.
Por Lucía Loricchio