De 3 a 5 años
A medida que tu hijo vaya creciendo y empiece a entender la relación existente entre las acciones y sus consecuencias, asegúrate de empezar a informarle sobre cuáles son las normas de la casa. Es importante explicarles a los niños qué es lo que se espera de ellos antes de castigarles por determinado comportamiento. Por ejemplo, la primera vez que tu hijo de tres años utilice las crayolas de colores para "decorar" la pared del salón, explícale por qué no está permitido pintar en las paredes y qué sucederá si lo vuelve hacer. Díle que, si vuelve a pintar en una pared, tendrá que ayudarte a limpiarla y que no podrá utilizar las ceras de colores durante el resto de la tarde. Si tu hijo vuelve a pintar en las paredes al cabo de unos días, deberás recordarle que las ceras de colores son para dibujar sobre papel y luego pedirle que se atenga a las consecuencias.
Cuanto antes transmitas a tu hijo el mensaje de que: "Yo fijo las normas y tú debes escuchar y aceptar las consecuencias", mejor será para todos. Aunque a veces pueda resultar más fácil ignorar un comportamiento puntual inaceptable o no imponer el castigo enunciado, si actúas de ese modo, correrás el riesgo de sentar un mal precedente. La consistencia es la clave de una disciplina eficaz. Es importante que los padres decidan juntos cuáles son las normas y luego sean coherentes al aplicarlas.
Al mismo tiempo que tu estableces claramente qué tipo de comportamientos no están permitidos y merecen un castigo, no olvides recompensar la buena conducta. Y no subestimes el efecto positivo que pueden tener sus elogios sobre tu hijo. La disciplina no consiste solamente en castigar. Los padres han de recordar que deben reforzar el buen comportamiento de sus hijos. Por ejemplo, puedes decir: "Estoy orgulloso de que hayas compartido tus juguetes con otros niños". Generalmente, esto resulta más eficaz que castigar a un niño por el comportamiento contrario -no compartir. Y se específico a la hora de elogiar a tu hijo; no te limites a decirle: "¡Bien hecho!"
Si tu hijo se está comportando de manera inaceptable y el mal comportamiento no remite a pesar de todos sus esfuerzos, considera la posibilidad de diseñar una lista de registro semanal. Cuelgua la lista, con una columna para cada día de la semana, en la puerta del refi y decide cuántas oportunidades le concederás a tu hijo para comportarse de forma inaceptable antes de imponerle un castigo, o durante cuánto tiempo deberá comportarse correctamente para recompensarle. Luego, bastará con llevar a cabo un seguimiento monitoreando diariamente el comportamiento de tu hijo. Así, tanto tu como tu hijo podrán ver literalmente cómo se está portando el pequeño. En cuanto el sistema empiece a dar sus frutos, no te olvides de recompensar a tu hijo por aprender a controlarse y, sobre todo, por superar un problema de larga duración.
El "tiempo fuera" también puede funcionar con niños de esta edad. Establece un lugar apropiado carente de distracciones donde será más fácil que tu hijo reflexione sobre su comportamiento. Ten en cuenta que "enviar al niño a su habitación" tal vez sirviera de algo cuando los niños no tenían computadoras, televisores ni videojuegos en sus habitaciones. No te olvides de establecer la cantidad de tiempo que sea más adecuada para tu hijo. Algunos expertos afirman que 1 minuto de "tiempo fuera" por cada año de vida es una buena regla empírica; otros recomiendan alargar la pausa hasta que el niño se haya tranquilizado (para que aprenda a autocontrolarse).
Nota: estoy de acuerdo con que el niño en un momento de crisis necesita un cambio de ambiente, tranquilidad (es difícil que al calor de la discusión realmente escuche razones), pero definitivamente ese “tiempo fuera” es efectivo, solo si un adulto acompaña al niño y lo orienta para analizar la situación, lo que estuvo mal y como solucionarlo (creo que difícilmente un niño –sin experiencia, sin saber claramente lo que se espera de él y además enojado- sería capaz de controlarse por si solo), es indispensable la guía de un adulto.
Es importante que le digas a tu hijo qué es lo correcto, no sólo qué es lo que no puede hacer. Por ejemplo, en vez de decirle: "No se salta en el sofá", puedes decirle: "Por favor, siéntate en el sofá y pon los pies en el suelo."
De 6 a 8 años
El "tiempo fuera" y enunciar las consecuencias de la mala conducta también son técnicas disciplinarias eficaces para este grupo de edad.
De nuevo, la consistencia y la coherencia son cruciales. Cumple tu palabra a la hora de impartir disciplina o, si no, te arriesgarás a perder tu autoridad. Tu hijo debe saber que tu haces lo que dices. Esto no significa que no puedas concederle segundas oportunidades o permitirle cierto margen de error, pero, por lo general, deberías ser consecuente y cumplir tu palabra.
Asegúrate de no amenazar a tu hijo con castigos imposibles o poco realistas cuando esté muy enfadado ("¡Vuelve a dar un portazo y nunca más verás la televisión!"), puesto que, si no cumples tus amenazas, tu palabra perderá valor. Si, mientras se dirigen a la playa en coche, amenazas a sus hijos con dar media vuelta y volver a casa si no dejan de pelearse, haz exactamente lo que has dicho. El día de playa perdido es mucho menos importante que la credibilidad que ganarás ante tus hijos.
Los grandes castigos pueden quitarte autoridad como padre. Si castigas a tu hijo con no salir de casa todas las tardes durante un mes entero, lo más probable es que el niño no se sienta motivado a portarse mejor porque cree que ya está todo perdido.