El retorno a los orígenes de los valencianos es un discazo, además uno de esos que no son de una sola escucha para pillarle el tranquillo, lo cúal acostumbra a ser síntoma de disco duradero en el tiempo.
Sigue sin desbancar en mi ránquing personal el magistral Nuevos Tiempos, pero tampoco es que le falte demasiado. Canciones que son trozos de vida, luchas externas e internas, supervivencia, amores y sus despedidas, visto desde una madurez que abruma y todo eso sin perder para nada su personal sonido y con la voz de Jorge Martí en estado de gracia.
Canciones gigantescas, como sería Cajas tristes, que me hizo saltar las lágrimas ya en la primera escucha, por real, por triste, por esos arreglos de cuerda, por el sentimiento en la voz, por todo... Un muy buen elegido single, Voy a hacerte recordar, sonido LHR 100%, un nuevo clásico de su discográfia como debería ser Febrero, con un sonido muy cerca del que nos entrega ahora el dios Morrissey, con unos coros femeninos que no he podido averiguar de quien son, o Younger, con esa morriña del tiempo pasado, las idas y venidas de la vida y esos pensamientos que todos tenemos a cierta edad. También destacables Días de vino y rosas, que me recuerda vagamente a Palabras sin nombre de Duncan Dhu en el arranque; o Hacia la luz, un himno positivista, con verdades aplastantes en su interior.
Han pasado muchos años desde que me conquistaron con ese Te quiero, que estaba en un sampler para la revista Rock Sound, y que me hizo indagar en su trabajo y desde entonces me tienen entregado. En resumidas cuentas, un disco más que completo, con canciones como templos, más en forma que nunca y con el que gracias a sus seguidores fieles, que son una inmensa minoría, han entrado directamente al número 14 de los más vendidos en su primera semana a la venta y han conseguido un hito con eso también para su discográfica, la independiente Mushroom Pillow.
¡Larga vida a LHR!