El caso es que en The Conversation tengo una constante sensación de dejá vu en la inmensa mayoría de temas, cosa que si les servirá para engañar de algún modo a sus compradores de siempre, o a los oyentes de radiofórmula sin demasiado criterio, no dice demasiado de la vocación artística del disco. Además Spiteri está tan blanca y desmejorada que parece que haga quince días que no caga...
En mi opinión aciertan plenamente en la ritmosa Detroit City, que no logro entender como no fue el single de presentación (y la única que se sale un poco del patrón) y en Dry Your Eyes, en que adaptan al dedillo los patrones de los éxitos de Roy Orbison para hacérselos suyos. El resto, autoplagios como la titular que más bien parece una continuación de I Don't Want A Lover.
Y todo eso a pesar de que en tareas de producción tengamos a un grande como Richard Hawley, que si bien a sabido rascarles la esencia de sus inicios, a día de hoy me temo que no sabe hacer milagros. Una celebración más bien floja de sus 25 años en el "candelabro".
Como anécdota decir que Sharleen se pegó una leche de tres pares de narices (acabó incluso en el hospital), al pillar mal la curva al girar una de las calles, y claro, en plena carrera... En fin, gajes del oficio.