Aunque el disco es de 2001, su historia empieza en 1996, con la publicación de Ænima, el disco más aplaudido de Tool, el que situó el listón en lo más alto y les dio el pase automático para entrar en el club de los grupos de culto. Cinco años después la banda se enfrentaba a un reto clásico: dar a luz a un digno sucesor de su obra cumbre.
Lateralus es un disco oscuro, con canciones largas y de difícil acceso. Tan difícil como dar con una etiqueta para este tipo de música. ¿Metal progresivo? ¿Art-rock? ¿Metal experimental? ¿Metal alternativo? Todas se acercan pero ninguna da de lleno para definir los pasajes que definen la música del cuarteto en este album, que encuentra en la bateria de Danny Carey y la voz única de Maynard James Keenan sus puntos fuertes.
El tercer LP de Tool va más allá de un conjunto de canciones. Aunque tiene temas buenísimos capaces de poner el bello de punta, el concepto global es el que prevalece después de escucharlo. Y sus miles de matices y la larga duración (una hora y cuarto) hacen que en la trigésima escucha aún seas capaz de descubrir nuevas sensaciones escondidas.
Así pues... ¿fue un digno sucesor? Sí, de largo. Estaría, sin dudarlo ni un instante, en un ranking con los mejores trabajos de la primera década del siglo XXI. Y como no se cómo seguir definiendo un disco que más que palabras me provoca una amalgama de sensaciones, os dejo con una canción a partir de la cual podréis empezar a decidir si merece la pena adentrarse en el mundo de Tool o no. Un mundo, por cierto, lleno de fanáticos capaces de encontrar relaciones matemáticas en la música y las letras. Cosas de los grupos de culto supongo.