Vistos en retrospectiva, esos cambios nos hablan de una banda inquieta, algo incómoda con los cánones del punk y buscando refundar a cada paso sus propias reglas. Aunque manteniendo el espíritu corrosivo que había despuntado con Pink flag (1977).
Luego del giro más "limpio" o "lírico" (si se quiere) de su segundo lp (Chairs missing, 1978) llegó el turno de este enigmático y multifacético "154" (bautizado así por la cantidad de shows que los Wire habían tocado hasta esa fecha).
Ya desde el comienzo, los tres primeros tracks no tienen nada que ver entre sí. Al crescendo dark de "I Should Have Known Better" le sigue la adrenalina de "Two people in a room", para llegar a esa pequeña gema pop que es "The 15th". Tres canciones, tres rumbos posibles para el álbum y para toda la música de Wire, en algún punto.
Si hay algo que amalgama todas las canciones, sin embargo, es cierto ambiente frío, gélido. Wire pareció siempre una banda tocando en la más pura abstracción de ambiente e ideas. Como decíamos, alterando a cada paso sus propias y enigmáticas reglas.
Entre "Single K. O" y "Touching display" (lo más cerca de Joy Division que los londinenses llegaron a sonar) asistimos al pasaje punk/ post punk en apenas pocos minutos. Lejos de las descargas adrenalíticas del 77-78, aquí lo que importa es como una banda de raíz punk se nutre de todas sus influencias "laterales" para escapar del encasillamiento y la repetición del Bing Bang original. Wire lo logra en esos 6 minutos, 55 segundos de lava eléctrica y claustrofobia.
Con "154", Wire cerró una primera etapa de carrera sorprendente, por el caudal de ideas que dejaron esbozadas y la libertad que tomaron para plasmarlas.