Si bien podríamos hablar con el mismo fervor de cualquiera de los tres primeros discos de Suede, hoy la mañana nos encontró revisitando Dog man star, su segundo opus, de 1994.
Pasado el furor y la histeria desatada por su debut (Suede, 1993) Brett Anderson y los suyos se abocaron a la grabación de un sucesor ambicioso, explícitamente apartado del rumbo que comenzaba a tomar el Brit Pop por entonces. Ni hooligans cerveceros como los Oasis ni nerds de escuela de diseño como Blur. Lo que los Suede querían rescatar aquí no era a los Who ni a los Kinks, sino la tradición más glam y barroca de David Bowie (no casualmente, el título del álbum juguetea entre Diamond Dogs y Starman) y Roxy Music.
Al rescate de la grandilocuencia británica, entonces, Dog man star presentó sus cartas con ambición y un marco expansionista para los Suede. Pero la cosa no fue fácil. La tensa relación entre Bernard Butler y el resto de la banda había alcanzado picos insostenibles. Y sumado a eso, el divismo de Brett Anderson terminó de armar el cóctel explosivo. En lo musical también hubo disputas: Butler pugnaba por un disco mucho más experimental, arriesgado, y ahí está la extensa "The ashpalt world" (de 25 minutos en el demo original) para atestiguarlo. En medio del proceso el talentoso guitarrista -descontento con la producción de Ed Buller- puso a la banda entre la espada y la pared y terminó dando el portazo con el disco a medio terminar.
Dos
Barroco y trabajado orfebremente hasta el detalle, Dog man star fue editado finalmente por el sello Nude el 10 de agosto de 1994.
Con su ritmo de marcha psicodélica, "Introducing the band" levanta el telón de lo que será un disco generalmente dominado por down tempos, lento y expansivo. La letra es una de las tantas que Brett Anderson escribió influido por el consumo de drogas psicodélicas (ácidos más puntualmente) característico de esa época de su vida. Le siguen las dos piezas tal vez más sólidas del set: "We are the pigs" podría ser un tema del primer álbum, aunque aquí el tratamiento es grandilocuente e incopora trompetas y un wall of sound denso, gordo. La letra está inspirada en disturbios callejeros, asimilando los cerdos de la fotografía con civiles golpeados. La tríada inicial cierra con "Heroine", otro poderoso tema donde se lucen los arabescos y recursos de Bernard Butler. La canción empieza a auscultar, también, el costado hollywoodense del álbum: personajes en busca de heroínas o fascinados con vidas (y muertes) célebres.
El disco vuelve a abrirse con la limpia "The power", otro de los highlights de Dog man star. Al parecer, hubo que transcribir nota por nota el solo que Butler había ideado en el demo del tema, ya que el guitarrista ya no formaba filas para el momento de la grabación. "New generation" levanta el tempo en un momento "explícitamente Bowie" (yo diría que muy "Heroes") con una letra que bien podría definir a la generación del Extasis y el redescubrimiento de nuevas drogas sociales. "This Hollywood life" es un rabioso blues glamoroso, tal vez el último pico de tensión del álbum antes de entrar en terrenos más sombríos e intimistas.
El final del álbum no podía ser despojado, y los Suede se valieron de los 72 músicos de la Sinfonia of London para darle vuelo a "Still life". Algo que hoy puede sonar desmedido, pero que la magnitud de la empresa en ese momento tal vez ameritó. La edición americana incorpora un hidden track ("Modern boys") aparte de publicarse con el nombre del grupo cambiado a "The London Suede" por problemas legales.
CodaVisto a la distancia, las orquestaciones y el barroqusimo de Dog man star amenazan en varios pasajes con ahogar las canciones, pero aún así el disco está lleno de buenos momentos. Dos años después, y ya sin Bernard Buttler en sus filas, los Suede se sacudirían el maquillaje de barroqusimo para volver a las fuentes con el fantástico "Coming up". El cierre de una trilogía de discos de altísimo nivel.