El sábado a la mañana es una categoría del alma, diría yo. Y también un gran momento para escuchar música. Y si hay discos “de sábado a la mañana” uno de ellos es “Graceland”. Suena bendito, suena sanador y cristalino. Cuenta la historia (viene escrita en el back cover del lp original) que a mediados de los 80 Paul Simon entró en contacto con la música sudafricana, y que acompañado de un ingeniero de sonido viajó a Johannesburg para grabar con algunos músicos de allá. El feeling de esos músicos, su vibra es la que le terminó dando ese sabor tan especial, tan cálido al disco. En un punto, “Graceland” puede despertar las sospechas de los que descreen de la “World Music”, incluido su tufillo “vampirirzador” de lo exótico. Pero la música es tan buena acá y las canciones tan originales, que el bueno de Paul nos tapa la boca una vez más. Como dijo alguna vez Luca Prodan, Simon es bueno de principio a fin.
El sábado a la mañana es una categoría del alma, diría yo. Y también un gran momento para escuchar música. Y si hay discos “de sábado a la mañana” uno de ellos es “Graceland”. Suena bendito, suena sanador y cristalino. Cuenta la historia (viene escrita en el back cover del lp original) que a mediados de los 80 Paul Simon entró en contacto con la música sudafricana, y que acompañado de un ingeniero de sonido viajó a Johannesburg para grabar con algunos músicos de allá. El feeling de esos músicos, su vibra es la que le terminó dando ese sabor tan especial, tan cálido al disco. En un punto, “Graceland” puede despertar las sospechas de los que descreen de la “World Music”, incluido su tufillo “vampirirzador” de lo exótico. Pero la música es tan buena acá y las canciones tan originales, que el bueno de Paul nos tapa la boca una vez más. Como dijo alguna vez Luca Prodan, Simon es bueno de principio a fin.