Lo cierto es que tenemos algunas pistas. Por empezar, las letras del álbum parecen dejar de lado (al menos por momentos) el homenaje/ comentario político característico de los galeses, para centrarse en un ámbito más cercano: las personas.
Ese pasaje exigió- al parecer- otro canto, otra forma de decir las cosas. Por eso "Lifeblood" trajo aparejados- además- algunos cambios musicales. Menos guitarrero y con mayor protagonismo de teclados y máquinas.
Menos punzante (con un sabio recorte de los picos vocales característicos de James Dean Bradfield) y más atento a la armonía, la continuidad, el desarrollo musical. Y las canciones. El resultado, en todos los casos, es notable: un álbum con muchos momentos para tatuarse en el inconsciente emocional de quien lo atraviesa. Y para quedarse allí escuchando y adoptar estas canciones para siempre.
"Empty souls"- el segundo single del álbum- tal vez resuma el ADN sonoro de todo "Lifeblood": flotación, hermosísimas y emotivas melodías, pianos, como homenaje a las víctimas de los atentados del 11-S.
Entre "A song for a departure" y "I live to fall asleep" (con notable trabajo vocal de Bradfield) el disco encuentra su tono más reflexivo e íntimo y no decae al pasar por "To repeal ghosts" y "Emily" (dedicada a Emily Pankhurst, líder del movimiento en favor del voto femenino en Inglaterra).
Inspirado, pletórico de melodías, como captando un momento único de emotividad en el aire, el grupo entra en otro punto alto con "Glasnost" (Manics meets U2) y "Always/ never" para despedirse puertas adentro con el recuerdo de Richey Edwards (el guitarrista rítmico de la banda desaparecido en 1995 y dado oficialmente por muerto en 2008) en "Cardiff afterlife".
Manic Street Preachers 2004
James Dean Bradfield, lead vocals, guitar; Sean Moore, drums; Nicky Wire – bass.