Discos: The soft parade (The Doors, 1969)

Por Bruno
Existe cierto consenso que afirma que The soft parade es el disco más flojo de los Doors, un poco haciéndose eco de las críticas de época que lo acusaban de llenarse de orquestaciones y arreglos que alejaban al grupo de su crudeza inicial. 
Puede ser. Pero más que fruto de una búsqueda específica, el disco pareció el resultado de una coyuntura desfavorable (ver contexto) tanto interna como externa, de la que el grupo se recompuso - al menos en lo musical- relativamente rápido.
Aún así, The soft parade tiene sus momentos. Y pone a prueba una teoría: que los buenos grupos de rock dejan su marca aún en sus discos menos logrados. Pueden- con dos o tres buenas jugadas- sacar el partido adelante. Los Doors eran tan buenos que pasaban por encima de sus momentos olvidables.
Dos claves: su vocación (presente desde el primer álbum) para buscar siempre la canción, el tema (eso hacía que en cualquier álbum encontraran pequeñas gemas). Y segundo, su instinto natural para armar buenos discos, sostenidos y con matices. En ese sentido, ningún lp de los Doors es -a priori- desechable.
En 1969, entonces, el contexto no era el mejor y el  grupo de Los Angeles acumulaba problemas. Los conflictos legales y de alcoholismo de Morrison habían comenzado a relegar su papel en el grupo, dándole mayor espacio a Robbie Krieger, que aquí compuso la mitad de las canciones (por primera vez los créditos de autoría fueron anotados individualmente). Producidos nuevamente por Paul Rotchild, los muchachos entraron a los estudios sin la cohesión de los primeros tiempos, aunque con dinero extra para destinar a la producción.
Tal vez en ese mix entre falta de "fuego sagrado" y sobreproducción se encuentre la clave de este álbum. 
El comienzo es sólido, con "Tell all the people" (una buena canción a pesar de sus fanfarrias, compuesta por Krieger y odiada por Morrison) "Touch me" (otra buena a pesar de sus clichés, con Jimbo en plan crooner de Las Vegas) y ese tapado que es "Shaman´s blues", con un frontman que -claramente- se sentía más cómodo en terrenos áridos. El tema está plagado de buenos arreglos y deriva manteniendo siempre la tensión blusera. Gran mérito de Morrison, como en los mejores pasajes de Soft parade.
Tal vez lo más flojo del set se ubique entre "Easy ride", "Runnin´blue" y la insípida "Wishful sinful": canciones que parecen perdidas, sin mucho rumbo. La poderosa "Wild child" levanta la puntería en su arrastre de blues polvoriento, nuevamente con Jim en su mejor forma.
"The soft parade", el Tour de Force final, condensa lo mejor del set.  Tal como anuncia Morrison, esta es "la mejor parte del trip", con la banda logrando -como en los viejos buenos tiempos- combustión a pura base funk y teclados con muchísimo groove. En esos 8 minutos y medio tuvimos de vuelta al mejor Jim Morrison.
BonusLas críticas especializadas serían duras con Soft parade y no le perdonarían a los Doors el traspié. Sin embargo el grupo se recuperó y entró en la recta final de su carrera retomando la crudeza con dos grandes álbumes clásicos: "Morrison hotel" y "L.A Woman".