Discrepancias doctrinales (parte 1)

Por Claudio Auteri Ternullo @micedvalencia
DIOSOmnisciencia

Dios lo conoce todoTrata de conocer algo

Tú conoces mi sentarme y mi levantarme; percibes desde lejos mis pensamientos. Escudriñas mi andar y mi reposo, y todos mis caminos te son conocidos. Pues aún no está la palabra en mi lengua, y he aquí, oh Jehová, te la sabes toda (Sal. 139:2–4).Yo, Jehová, escudriño el corazón y pruebo los riñones (Jer. 17:10).Tú Señor, que conoces los corazones de todos (Hch. 1:24).Todas las cosas están desnudas y descubiertas a los ojos de aquél a quien tenemos que dar cuenta (He. 4:13).Ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único (Gn. 22:12).Te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos (Dt. 8:2).No darás oído a las palabras de tal profeta, ni al tal vidente en sueños; porque Jehová vuestro Dios os está probando, para saber si amáis a Jehová vuestro Dios con todo vuestro corazón, y con toda vuestra alma (Dt. 13:3).

En los textos de la derecha, el lenguaje se acomoda al entendimiento humano, expresado, podría decirse, desde el punto de vista del hombre. Mediante el proceso de prueba aplicado a Abraham y a los israelitas, el conocimiento que había estado oculto en la mente divina quedó revelado y verificado.Las palabras dirigidas a Abraham: «Ya conozco que …», etc., equivalen a decir: Ahora he establecido mediante prueba directa lo que ya sabía. He demostrado, he puesto en evidencia por prueba manifiesta, mi conocimiento de tu carácter.Murphy: «El original he conocido denota un conocer eventual, un descubrir mediante experimento; y esta probación observable de Abraham fue necesaria para el ojo judicial de Dios, que tiene que ser instruido en práctica tanto como en principio».El lenguaje de Génesis puede ser ilustrado de la siguiente manera: Un profesor de química, dirigiéndose a su clase, dice: «Ahora aplicaré un ácido a esta sustancia, y veré cuál es el resultado». Él habla de esta manera, aunque él sabe a la perfección lo que va a suceder. Habiendo efectuado el experimento, dice: «Ahora sé que este es el resultado que sigue». Al decir esto, se pone a sí mismo en lugar de la clase, y habla desde su punto de vista.Los textos de Deuteronomio simplemente significan: El Señor ha actuado contigo como si él ignorara tus sentimientos hacia él, deseara determinarlos; te ha puesto a prueba severamente con todo lo necesario para descubrir los secretos de tu corazón.Se debe tener presente que el Dios justo ejerce su gobierno y su juicio sobre las actitudes de los hombres manifestadas externamente en palabras o acciones. Así, este saber de los textos de la derecha no se refiere a un mero conocimiento real de los designios del corazón del hombre o de su estado, sino al conocimiento de este estado y de estos designios manifestados externamente, y por ello mismo sujetos a su acción. Se trata de un saber experimental, mucho más pleno que el saber o conocer real de la actitud interna antes de Su manifestación.

No olvida a sus santosSe olvidó un tiempo de Noé

Aunque éstas lleguen a olvidar, yo nunca me olvidaré de ti (Is. 49:15).Y se acordó Dios de Noé (Gn. 8:1).

El texto de la derecha está ajustado a la mentalidad humana. Dios dejó a Noé en el arca, durante muchos meses, como si lo hubiera olvidado. Luego «dio una prueba de que se acordaba».

No duermeDuerme en ocasiones

He aquí, no dormirá ni se adormecerá el que guarda a Israel (Sal. 121:4).Despierta, ¿por qué duermes, Señor? Despierta, no nos deseches para siempre (Sal. 44:23).


En ocasiones, Dios, en su sabiduría, retarda el castigo de los malvados y la liberación de su pueblo, de manera que parece insensible a ambos. No da señales de actividad con referencia a ninguno de los dos, de modo que un observador superficial podría decir: «Duerme». El silencio, la paciencia de Dios, quedan así atribuidos a una indiferencia o falta de conocimiento de su parte (Sal. 50:21; 73:11). Por ello, en la derecha tenemos, no el registro inspirado del estado de Dios, sino la expresión inspirada de la perplejidad del santo que no comprende el silencio de Dios y clama a Él.